Maríña García Iglesias, Sofía Veiga García, Darío Amor Edreira, Brais Cano Fariñas, Marieta Sánchez Rey e María Vázquez Basteiro

Darío Amor premia la excelencia en el 50.º aniversario de Naviera de Galicia

   Todo eran nervios en el instituto Francisco Aguiar, de Betanzos, donde este jueves por la tarde el empresario Darío Amor quiso premiar la excelencia de los cinco alumnos de segundo de bachillerato que lograron la calificación de matrícula de honor este año académico. Los estudiantes reconocidos, todos nacidos en el año 2004, son cuatro chicas y un chico: Sofía Veiga García, Marieta Sánchez Rey, Mariña García Iglesias, María Vázquez Basteiro y Brais Cano Fariñas. Cada uno de ellos recibieron 900 euros, que podrán gastar libremente, ya que la entrega del dinero no quedó condicionada a ningún fin.

   La iniciativa de Amor —prácticamente inexistente entre el empresariado gallego— tiene que ver con la coincidencia del 50.º aniversario de Naviera de Galicia. Fue fundada el 19 de febrero del año 1957 bajo la denominación de Naviera Reddis, y tenía domicilio en Ceuta. Con posterioridad, en el año 1972, fue adquirida por el grupo gallego Macogasa-DDY, pasando a denominarse entonces Naviera de Galicia. El empresario, betanceiro de nacimiento, destacó todos estos datos, al tiempo que recalcó que Naviera de Galicia posee cinco barcos de 5.500 a 7.500 toneladas de capacidad de carga. «Mantenemos la bandera española, y alrededor del 75 % de sus tripulantes son gallegos. Operamos prácticamente en todo el mundo, exceptuando China y Australia».

   En el Francisco Aguiar estudian este curso 109 alumnos. El director del centro, Francisco Rodríguez Coloma, puso en valor el esfuerzo que el alumnado realiza para lograr nivel de máximo que le permita alcanzar la mejor calificación. También destacó la decisión del empresario, «quien desde un primer momento, al exponer su proyecto, argumentó que su objetivo era premiar la excelencia» entre los jóvenes.

   Darío Amor (Betanzos, 27 de septiembre de 1944) es el menor de ocho hermanos y su padre falleció cuando él tenía 16. Ese acontecimiento familiar le obligó a dejar sus estudios en el Seminario de Santiago para ayudar a su madre. Quizá por su manera de ser —abierta, amigable y con mucha facilidad para ponerse en el lugar del otro— tuvo apoyos y suerte. Lo contrató un amigo de la familia en un aserradero, en donde trabajó en las oficinas; después se hizo delegado de Mapfre —siente pasión por Ignacio Hernando de Larramendi, primer ejecutivo de la aseguradora entre 1955 y 1990— y, con posterioridad, representante de una empresa a través de la que vendía papel higiénico ysacos de papel para piensos. Confesó en una entrevista publicada por La Voz que nunca pasó hambre, pero sí sabe lo que es no tener un cuarto de baño y lavarse en una palangana de hierro.

Sofía Vázquez, La Voz de Galicia, 20 de maio de 2022