CHEGOU AOS NOSOS OÍDOS: recensión do último libro de Luis Gorrochategui en Babelia
LUIS GORROCHATEGUI, Contra armada, Crítica, Barcelona, 2020, 448 páxinas.
Vicente G. Olaya
Toda la verdad sobre la Armada Invencible
‘Contra Armada’ reconstruye la gran victoria de Felipe II sobre Isabel I que los expertos británicos siempre han ocultado
Un relato que se extiende desde el siglo XVII afirma que sir Francis Drake, almirante de la reina Isabel I, jugaba a los bolos el 28 de julio de 1588 en Plymouth cuando fue avisado de que las naves de Felipe II se acercaban a Inglaterra para invadirla. Haciendo gala de la tradicional flema británica, pronunció: “Nos da tiempo a acabar la partida. Luego, golpearemos a los españoles”. Y lanzó una bola. Se supone que esbozando una ligera media sonrisa. Pero todo es completamente falso. En cambio, lo que sí está comprobado es la total parsimonia y frialdad mostradas por el gobernador Juan Pacheco, conde de Cerralbo, cuando se le comunicó el 4 de mayo de 1589 —entre el estruendoso tañido de las campanas de las iglesias y el encendido de la torre de Hércules como señal de peligro inminente— que la flota isabelina de respuesta estaba a punto de arrasar la entonces pequeña A Coruña. Sin inmutarse, Pacheco siguió presidiendo un juicio sobre una disputa aristocrática, mientras los presentes daban claras muestras de nerviosismo. Solo concluido el proceso, el conde emprendió la desesperada, exitosa y heroica defensa de la capital gallega.
Las 'fake news' derrotaron a la 'Armada Invencible'
En abril de 2019, durante el Congreso Internacional La Armada Española de 1588 y la Contra Armada Inglesa de 1589, el escritor Luis Gorrochategui se encaró con un grupo de historiadores británicos que asistían al simposio. Les echó en cara que supieran mucho de las bolas de cañón que los barcos de Felipe II escupieron contra las naves inglesas en el fallido ataque a las islas, pero no dijeran nada sobre el completo desastre que supuso la respuesta británica un año después. Aquellas palabras provocaron que la BBC encargase una investigación que se plasmó en un capítulo de la serie Royal History’s Biggest Fibs (Los mayores bulos de la historia real), donde se daba la razón al escritor gallego. Esto, a su vez, le animó a plasmar los hechos que los historiadores ingleses nunca mencionan en el magnífico Contra Armada. La mayor victoria de España sobre Inglaterra.
Contra Armada, en realidad, son dos libros en uno, y no se entiende uno sin el otro. La primera parte está dedicada a detallar por qué fracasó la invasión de las costas inglesas por parte de Felipe II, mientras que la segunda disecciona la frustrada respuesta militar de Isabel I, lo que incluye el relato de la práctica destrucción de la armada británica con más de 20.000 soldados muertos en mar y tierra.
Gorrochategui lo resume así en la primera página de su libro: “Durante el año transcurrido desde julio de 1588, cuando zarpa de España la Gran Armada, la famosa Invencible, y julio de 1589, cuando arriban a Inglaterra los restos de su réplica inglesa, la desconocida Contra Armada, se van a consumar dos de las mayores catástrofes navales de la historia. A la primera de ellas, desde que se produjo hasta la actualidad, se le ha brindado una enorme atención. Se ha convertido en uno de los grandes hitos de la historia de Europa. A la segunda, y también desde que se produjo hasta hoy en día, no se le ha dedicado ninguna, o mejor dicho, la que se le dedicó fue para ocultarla, con lo que ha acabado por desaparecer por completo del relato histórico. Sin embargo, y para más sorpresa, el desastre inglés de 1589 superó con creces al español del año anterior”.
De los 137 barcos que Felipe II envió para tomar Inglaterra, solo 35 no volvieron a España, fundamentalmente embarcaciones de transporte de fábrica mediterránea y que resultaron incapaces de enfrentarse a los temporales del Atlántico. “El más terrible incidente se produjo en la bahía de Sloigo [Irlanda], en la que tres naos fueron a embestir en medio de un gran temporal a una playa cercada de grandísimos peñascos y fue cosa jamás vista”. Solo sobrevivieron 300 de sus mil hombres.
No obstante, “los galeones y las naos cantábricas, volvieron en su mayoría a puerto”, recuerda el escritor. De hecho, de los 20 galeones de la expedición, solo tres, el San Felipe, el San Mateo y el San Marcos no regresaron, aunque su pérdida no se produjo en combate, “porque la Gran Armada no fue nunca derrotada”.
El plan británico de respuesta al fiasco español consistía, a grandes rasgos, en destruir los barcos en reparación en el puerto de Santander con una gigantesca flota formada por 180 naves que transportaba una fuerza militar de 27.667 marinos y soldados. Posteriormente, atacarían Lisboa para nombrar a un nuevo rey en Portugal y expulsar a los españoles, tomarían a continuación las Azores, romperían las comunicaciones entre América y la Península y dominarían así todos los territorios ultramarinos.
Pero el almirante Drake, más acostumbrado a piratear que a presentar batalla en mar abierto, desobedeció a su reina y, en vez de destruir el puerto de la capital cántabra, decidió atacar la entonces desguarnecida A Coruña. Ese fue el gran error que llevó, a la postre, a la desmoralización de las tropas y a la práctica destrucción de su flota.
La ciudad gallega solo contaba con 500 soldados profesionales, además de la compañía regular de Álvaro de Troncos, de 150 hombres. A ellos se sumaron 560 vecinos que fueron armados con todo lo disponible para intentar rechazar el ataque. Unos 1.200 hombres frente a más de 20.000 soldados desembarcados. Drake “sentía mayor predilección por los ataques sorpresa y los botines seguros que por las grandes batallas navales, o terrestres, cuerpo o cuerpo”, escribe el autor.
“Cinco miserables chelines”
Lo que vino después –el famoso episodio de María Pita enardeciendo a las mujeres para que defendiesen una ciudad prácticamente ya sin hombres, la llegada a marchas forzadas de los estudiantes de la Universidad de Santiago como refuerzo o la lucha a muerte entre aldeanos y soldados gallegos contra la caballería acorazada inglesa en el puente de El Burgo— son suficientemente conocidos, que no reconocidos. Sin embargo, la bruma histórica se extiende sobre hechos posteriores como el fallido ataque a Lisboa por parte de Francis Drake y John Norris, su derrota completa en suelo portugués o su huida desesperada para reembarcarse hacia Inglaterra, mientras las galeras de Felipe II atrapaban o hundían las naves rezagadas de Isabel, reina a la que sus capitanes ocultaron inicialmente la verdad. Tras el desastre, los pocos hombres que consiguieron volver fueron recompensados “con cinco miserables chelines” y quienes osaron hacerse ver por las calles de Londres fueron directamente ahorcados.
Luego, vino un pacto de Estado para ocultar el desastre, la exaltación de las acciones propias, el ingeniar un nombre de mofa para la expedición militar —lo de Invencible es una invención inglesa― la elaboración de pasquines burlescos, el trenzado de impresionantes tapices laudatorios expuestos en palacios, la reescritura de la historia… Y la falta de respuesta española.
Hoy día, las banderas inglesas ganadas al ejército de Norris por el militar Sancho Bravo el 5 de junio de 1589 en Portugal se guardan en la catedral de Sigüenza. “Sobre la historia de España pesa un paradigma de negación”, escribe Gorrochategui, “y mientras validemos [la mentira] como referencia para dimensionar nuevos, u olvidados, hallazgos historiográficos no conseguiremos dar a estos su verdadero significado”. “Sean estas palabras”, concluye, “en recuerdo de los que lucharon y murieron, humilde contribución para que cambie este estado de cosas”.
Vicente Olaya, Babelia, El País, Madrid, 9 Dicembro de 2020.