#ENTREVISTAS DESDE O CONFINAMENTO 05 Lucía Sánchez entrevista a Inés Barbeito, ex do Aguiar e membro do equipo de traballo para a predicción da COVID–19 en Galicia
«El COVID–19 cambió el foco de atención de mi trabajo»
Inés Barbeito Cal (1992) es graduada en Matemáticas por la USC. Asimismo, posee la titulación de Máster en Estadística, PhD en Estadística y Operación de Búsqueda. En la actualidad es contratada predoctoral en la UDC. Del mismo modo, imparte clase de Estadística en el grado de Biología y de Matemáticas en el grado de Química. También forma parte del equipo de trabajo para la predicción de la epidemia COVID–19 en Galicia por encargo de la Dirección General de Salud Pública.
¿Cómo cambió tu vida este confinamiento?
A nivel de movilidad, nada distinto de como nos afectó a todos. Es un hecho que, en general, no estamos acostumbrados a estar en casa todo el día y es algo a lo que nos tuvimos que adaptar. A nivel laboral, lo que a mucha gente también le ocurre: teletrabajo. Es duro seguir con el mismo ritmo de trabajo cuando todo tu entorno cambia y es complicado seguir con la labor que estabas desempeñando cuando el contacto ya no es presencial. Como ya digo, algo a lo que también mucha gente se ha tenido que adaptar (muchas veces con hijos pequeños a los que cuidar, por ejemplo). Además de este cambio repentino, no podemos olvidar la constante incertidumbre y, en parte, nerviosismo, que padecemos día a día, al no saber si un ser querido se va a infectar o cuándo acabará esto. Además, todos somos plenamente conscientes de la saturación sanitaria actual, por tanto ya no es solo preocupación porque un ser querido se infecte de coronavirus, sino que enferme y no reciba la atención sanitaria que requeriría (y recibiría en condiciones normales). Tanto así que si tuviese que escoger una palabra que definiese este período sería «miedo».
Por otro lado, en el ámbito al que yo pertenezco, el de matemáticas, se ha desarrollado una iniciativa a nivel estatal para tratar de manejar los datos que la Consellería de Sanidad (Galicia) o el Ministerio de Sanidad (España) suministra. Por ejemplo, para poder predecir cuál será la evolución de la pandemia con modelos matemáticos. Con esto quiero decir que no solo ha cambiado lamodalidad de mi trabajo durante el confinamiento (presencial a online), sino también el foco de atención del mismo.
¿Cómo pueden las Matemáticas y, en concreto, la estadística ayudar a frenar o sobrellevar el coronavirus?
Desde el punto de vista estadístico, sería útil que, con días o una semana de antelación, la comunidad sanitaria y las instituciones del Gobierno o de la Xunta (en el caso de Galicia) contasen con una predicción del número de camas de UCI que se prevé que van a necesitar, del número de casos nuevos que va a haber, etc. De esta manera, al saberlo de antemano, se estaría preparado, habilitando más camas de cuidados intensivos, por ejemplo.
¿Qué iniciativas se están llevando por parte de la comunidad matemática española?
Se ha creado una página web (http://matematicas.uclm.es/cemat/covid19/) en la que se invita a investigadores del área a proporcionar métodos predictivos de la evolución de la epidemia en España, con un horizonte de 7 días, atendiendo a: el número de casos, el número de pacientes en UCI, el número de fallecidos, el número de recuperados y el número de hospitalizados. Con estas aportaciones, el Comité Matemático creado por el Gobierno para hacer frente a la epidemia, elaborará un metamodelo de predicción. Esto es, utilizará todos los métodos predictivos y luego elaborará una media ponderada de los resultados, distribuyendo los pesos como proceda. Por ejemplo, desde el grupo de investigación al que pertenezco, MODES, se han realizado equipos de trabajo para llevar a cabo diferentes propuestas. Por un lado, se está intentando realizar predicciones de la evolución de la pandemia y, por otro, predicciones de la evolución de un paciente. Para esto último se necesitarían los datos
desagregados, que actualmente son muy difíciles de conseguir.
¿Cómo se hacen las predicciones?
Se pueden hacer de distintas maneras atendiendo a la distribución de los datos. Por ejemplo, se pueden utilizar modelos paramétricos que modelicen la serie de datos y, con eso, hacer una predicción con un determinado horizonte. Otro enfoque podría ser desde el punto de vista no paramétrico, es decir, tratando de estimar cómo sería la predicción de la curva de infectados/pacientes en UCI/fallecidos/hospitalizados/ recuperados, a partir de los datos suministrados. Para ello existen diferentes técnicas estadísticas. Por citar una, podría tratar de buscarse una curva similar a la curva de infectados que tenemos en Galicia, de otra comunidad autónoma o de alguna región italiana en la cual la epidemia haya empezado antes y, con ella, predecir qué ocurriría en los próximos siete días. Para «buscar» esta proximidad, se podría encontrar aquella curva cuya distancia sea mínima con la gallega, considerando diferentes distancias (las más comunes, L1 y L2). Otras técnicas podrían ser utilizar modelos de regresión, modelos de curación con datos censurados, etc.
En los medios de comunicación se habla de un minuto a minuto acerca del COVID-19, como si dispusiésemos de datos nuevos en el momento. ¿Esto realmente es así?
Para nada. Los datos oficiales se actualizan una vez al día sobre las 11 o 12 de la mañana. Estos datos están disponibles en la página web del ISCIII (https://covid19.isciii.es/). El resto de la información que se aporta, al margen de estos datos oficiales, son puro debate o tertulia que, en mi opinión, puede ser peligroso al jugar con el miedo de la gente. El problema de los datos oficiales es que no son del todo transparentes, o no todo lo transparente que a un estadístico le gustaría. Por ejemplo, Sanidad ha tardado una semana en ofrecer los datos tanto de afectados como de fallecidos, desagregados por edad. Además, hay gente no diagnosticada que sí padece coronavirus (asintomáticos o con síntomas leves) o, también, pacientes que sí se someten a los tests pero éstos ofrecen falsos positivos o falsos negativos. Esto hace realmente difícil poder predecir, por ejemplo, cómo será la curva de infectados en un horizonte de x días. Una de las propuestas encabezadas por Ricardo Cao, presidente del Comité Matemático creado por el Gobierno para hacer frente al coronavirus e investigador principal del grupo MODES, es precisamente diseñar un muestreo aleatorio que permita elegir al azar unos cientos (quizá mil) «ciudadanos testigo» a los cuales hacer tests rápidos. Esto permitiría extraer conclusiones fiables y lo más completas posibles acerca de la población global, ya que se podría estimar con alta precisión la proporción real de españoles portadores del virus en función del tiempo.
¿Produce algún cambio en las predicciones realizadas el hecho de disponer de nuevos tests más rápidos?
Sí, desde luego. Por un lado, no sabemos en qué momento se empiezan o han empezado a utilizar. Por otro lado, la utilización de nuevos tests hace que todos los datos que había disponibles hasta el momento no sirvan. Esto es así porque la tendencia y la distribución de los datos cambiarían totalmente.
En los medios de comunicación no dejan de hablar sobre «la curva de contagios». ¿Cómo se puede saber los datos para crearla? ¿Cuánto de reales «la curva de los afectados»?
Hay que tener en cuenta que los datos oficiales de los que se disponen no son lo suficientemente completos como a uno le gustaría. Con esto quiero decir que la tasa de población infectada no es real, pues no se le está haciendo test a aquellas personas que son asintomáticas o que presentan síntomas leves, pero sí son portadoras del virus. Por tanto, hay que tener mucho cuidado en las afirmaciones que se dan. Para saber esto, habría que tener una visión global de la curva de infectados hasta el momento y observar su tendencia. Se habló también de que «habíamos aplanado la curva», esto lo que quiere decir es que la velocidad de contagio es mucho menor que antes.
¿Es factible o complicado hacer predicciones estadísticas estos días?
Es realmente complicado hacer predicciones realistas estos días, debido precisamente a la falta de completitud de los datos oficiales de los que se disponen. Esto se podría solventar parcialmente, por ejemplo, con la propuesta citada anteriormente de Ricardo Cao, para poder estimar la proporción real de infectados.
¿Qué repercusiones tiene para ti la docencia online?
En la actualidad paso alrededor de seis horas diarias, incluidos sábados y domingos, para impartir clase o corregir trabajos que deben realizar los alumnos. Es bastante cansado y echo de menos esa interacción constante alumno–profesor que tiene lugar en la docencia presencial. Poco se habla en esta crisis sanitaria del papel docente, de su preocupación por su alumnado, del agobio de intentar reinventar la educación en veinticuatro horas. Nadie estaba preparado para una educación online y, sin embargo, se está llevando a cabo. Afrontar de repente un cambio de tal calado supone una dedicación mucho mayor, de horas y horas al día, para poder atender a los alumnos. Escucho a profesores estos días y su preocupación no es cómo van a evaluar a sus alumnos o si les da tiempo a dar todo el temario, su preocupación es por el alumnado que no tiene un ordenador en su casa, que no tiene accesibilidad a internet, aquel alumnado que vive una situación de violencia en casa o el alumnado de educación especial. En este sentido, el ordenador y la tecnología nunca van a poder sustituir al profesor, que le presta al estudiante la preocupación, el interés por lo mejor para su alumno, la atención individual, el cuidado. Todo esto nunca lo podrá ofrecer la docencia online
¿Cuál es tu valoración sobre la docencia online?
Considero que actualmente y ante esta situación excepcional de estado de alarma, las instituciones educativas y, también, el Gobierno, pretenden exigir normalidad a costa de ignorar la realidad del alumnado. Siendo realistas, actualmente no hay plenas garantías académicas y de evaluación para todo el mundo. Ni todas las familias pueden permitirse tener un ordenador en sus casas a plena disposición de sus hijos, ni todas las zonas geográficas del territorio español tienen igual accesibilidad a Internet. Ignorar esto y, simplemente, abogar por la continuidad del curso académico «como si nada pasase»pone en entredicho, bajo mi punto de vista, una de las premisas de la Constitución Española: la igualdad y el derecho a la educación. Dicho esto, esta situación, aunque también vista por numerosos pedagogos como un impulso de la innovación educativa, deja claro, en mi opinión, que la docencia online nunca podrá sustituir a la docencia presencial.
LUCÍA SÁNCHEZ CAL. 1.º C BACH.