Diario dun gato
de
Emily Nasrallah
Considerada unha das obras máis recoñecidas da literatura xuvenil escrita en árabe narra, desde a óptica do mico Ziko, a guerra civil libanesa e as súas consecuencias: o refuxio en edificios derruídos, as explosións, as trincheiras, os xogos dos nenos na rúa... Unha fábula chea de sensibilidade e tenrura, unha historia con moita humanidade que nos leva a reflexionar sobre os erros do pasado para non repetilos. É tamén unha crítica do trato que damos aos animais en determinadas circunstancias.
A autora, Emily Nasrallah, naceu en 1931 no Líbano, é licenciada en Ciencias da Educación, traballou tamén como xornalista e mestra, sendo una coñecida activista e defensora dos dereitos da muller. Na súa produción destacan relatos, memorias, ensaios e novelas.
Mona seguía medio dormida cuando me levanté, bien temprano, al oír trinar los pájaros del árbol. Decenas de tonos salían dulces y armoniosos a recibir un nuevo día de vida.
Me lancé hacia mi salida secreta -la gatera- y me colé por ella. Trepé por el tronco del roble y...¡hop! Salté sobre el pájaro más cercano. Era un gorrión pequeño y grisáceo. El pobre ni me había notado. Estaba tan pancho descansando sobre una rama, apartado de sus compañeros, cuando lo sorprendí. Pió fuerte y escapó volando a un árbol cercano. Su llamada alertó al resto, que batieron las alas a la vez, como una sola, y se alejaron volando.
Aunque no conseguí dar caza ni siquiera a uno, el sentimiento de orgullo me acompañó el resto del día: yo era fuerte, y mi fuerza era capaz de asustar a una bandada de pájaros entera.
Bajé del árbol despacio, paladeando el sabor de la aventura. Y no había dado dos pasos cuando Mona me cogió y me gritó en toda la cara:
-¡Te pillé, sinvergüenza! ¡Me has desobedecido! ¿Qué te tengo dicho?¿Has vuelto a asustar a los pájaros? A ver, dime.
-Miauuu...
Las palabras de Mona me hacían daño, pero yo no me arrepentía de haber perseguido a los gorriones por mucho que se enfadara ella. Mona, mi amiga más querida, se enfadaba pero, ¿cómo podría yo explicarle que para mí no era fácil contradecir a la Naturaleza y renunciar a...