G2103013 Roteiro polos espazos vitais e literarios de Miguel Delibes
Referencia: G2103013
Fecha: 21 de mayo de 2022
Ponente: Jorge Urdiales Yuste
Jorge Urdiales Yuste (Madrid, 1969) es licenciado en Filología hispánica (1992) e doctor en Ciencias de la Información (2004) con su tesis El discurso de carácter popular-rural en la narrativa de Delibes. Investigador incansable de la obra de Miguel Delibes, e autor del Diccionario del castellano rural en la narrativa de Miguel Delibes y del Diccionario de expresiones en Miguel Delibes. En ellos recoge el significado del lenguaje rural de la narrativa delibesiana. En su tercero libro, Aprende a redactar con Miguel Delibes, empea el único método práctico en español para aprender a redactar. Publica Castrillo Habla (2017), una mirada a los últimos 100 años de Castrillo Tejeriego (Valladolid). Su primera novela, de 2018, se titula El Camino de Rodrigo. Para el centenario de Delibes el Ministerio de Cultura patrocinó su último libro: Castilla sigue hablando. 100 años de Miguel Delibes (2020).
Profesor de la Institución Educativa SEK. Premio de Periodismo «Provincia de Valladolid» 2011. Creador de las Rutas de Delibes (2013): Las perdices del domingo, Diario de un cazador, Mi vida al aire libre, El último coto, Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo y Con la escopeta al hombro. Colaborador de Onda Cero (2007-2013), EsRadio (2013-2020) y Cadena SER (2020). Desde el año 2016 hasta la actualidad forma parte de la Asociación Canadiense de Hispanistas y desde el 2007 a 2010 de la Sociedad Cervantina institución dedicada a la obra del autor de El Quijote en la que se encargó, entre otras cosas, del homenaje a Cervantes en los años 2008, 2009 y 2010.
Miguel Delibes, además de escritor, padre de familia e incansable trabajador, fue un apasionado del campo. Su faceta como cazador es, quizá, la más conocida, debido a los muchos títulos de novelas y ensayos donde desarrolla el tema, o donde la caza sirve de argumento o telón de fondo para la trama.
Delibes también fue pescador (Mis amigas las truchas lo corrobora) y naturalista. Su discurso de ingreso en la Real Academia es un canto al uso del lenguaje en el mundo rural y una defensa del campo, la naturaleza y los seres propios de ella, que Delibes ya entreveía en peligro por el avance de los modos de vida modernos.
Como cazador, con su cuadrilla habitual y la posterior incorporación de sus hijos, según iban llegando a la edad apropiada, Delibes aprovechó cuantos días pudo para recorrer cotos, laderas, montes y páramos en busca de una presa apropiada, una charla con un amigo y un rato de campo. En unas ocasiones, las partidas les llevaban lejos de casa, pero habitualmente, en jornadas de una mañana o poco más, la excursión se extendía a cualquier punto de la provincia de Valladolid que prometiera una buena aventura en ese día.
Las Rutas de Miguel Delibes por Valladolid están basadas en libros del escritor:
- Las perdices del domingo.
- Diario de un cazador.
- Mi vida al aire libre.
- El último coto.
- Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo.
- Con la escopeta al hombro.
Estas 6 rutas, que se publicarán de forma continua, conforman una deliciosa guía turística que nos invita a recorrer pequeños pueblos y comarcas vallisoletanos que facilitan conocer mejor la provincia y acercarse a lugares y pueblos que están fuera de las visitas turísticas habituales.
Por la mañana y de la mano de Jorge Urdiales Yuste recorreremos algunos de los puntos emblemáticos de dichas rutas. Comenzaremos en Villafuerte de Esgueva y descubriremos el secreto del léxico rural de Miguel Delibes así como los entresijos del castillo, la cantina de la señora Elisea, la casa de Daniel el Mochuelo y tendremos una visión genérica de todo el valle del Esgueva. A continuación nos desplazaremos a Castrillo Tejeriego, que nos enlaza con Delibes y el cine, más concretamente con la versión de Las ratas (la casa de la Toya donde se grabaron escenas de dicha película), los cazadores de ratas, así como su vinculación con La Sinova que nos habla del Delibes cazador (su primera perdiz). Para finalizar la mañana nos desplazaremos a Quintanilla de Onésimo donde volveremos a repasar algo del léxico rural delibesiano y nos retrotraeremos a los veranos del Delibes niño, pastelería, el Delibes pescador y su relación con el padre. Tendremos un pequeño panorama de lo que queda de Delibes a los 100 años de su nacimiento.
Por la tarde, de la man de Cipriano Salcedo y, nuevamente, de Jorge Urdiales Yuste recorreremos los lugares en los que el escritor vallisoletano Miguel Delibes ambienta su novela histórica El hereje, al tiempo que intenta reconstruir la entonces villa de Valladolid en su momento de máximo esplendor, la primera mitad del siglo XVI. El hecho histórico en torno al cual gira todo el relato son los dos grandes autos de fe que se celebraron en mayo y octubre de 1559.
Algunos de los puntos que recorreremos son:
Plaza de San Pablo. En la Corredera de San Pablo, actual calle de las Angustias, sitúa el autor de la novela la casa de los Salcedo donde Cipriano, el protagonista, ve la luz en 1517.
El mundo de los letrados, representado en la novela por D. Ignacio Salcedo, oidor de la Real Audiencia y Chancillería, nos lleva hasta el Palacio del Licenciado Butrón, abogado de la Audiencia en el siglo XVI, en la vecina Plaza de Santa Brígida.
Los Palacios que rodean la Plaza de Fabio Nelli fueron residencia de nobles como don Carlos de Sesso, personaje histórico, o de ricos mercaderes italianos que se asentaron en Valladolid, como Fabio Nelli, cuyo Palacio del siglo XVI es hoy sede del Museo de Valladolid.En la Plaza de La Trinidad se encuentra el que fuera Palacio de los Condes de Benavente (s.XVI), donde se instaló en el XIX el Hospicio de la ciudad, una institución que en el siglo XVI estaba a cargo de la Cofradía de San José de los Niños Expósitos, lugar donde estudia Cipriano Salcedo. En las cercanías se localizaba la Judería de Valladolid, donde los Salcedo tenían su almacén de lanas y desde donde partían hacia Burgos, atravesando el Puente Mayor, único que cruzaba en esta zona el río Pisuerga, para vender la lana a Flandes a través de los comerciantes de Burgos. En la calle de Santo Domingo de Guzmán se asienta el Convento de Santa Catalina, de monjas dominicas, implicadas en el proceso del Doctor Cazalla junto a los conventos de Santa Clara y Santa María de Belén.
Cerca, la Capilla de los Fuensaldaña, hoy una de las salas del Museo de Arte Contemporáneo Español, lugar en el que es enterrada Doña Leonor de Vivero, madre del Doctor Cazalla.
En la hoy calle del Doctor Cazalla, estuvo la casa de doña Leonor de Vivero que servía de lugar de reunión para los conventículos o conciliábulos de los luteranos.
De la Plaza de Fuente Dorada partía la Calle de Orates, en la que se encontraba el Hospital de los Inocentes o de Orates, donde Cipriano se ve obligado a ingresar a su esposa Teo “La reina del páramo” cuando esta enloquece. También sitúa la taberna de Garabito, donde Bernardo Salcedo acudía a tomar vino con los amigos y por aquí llegó el cortejo de los reos hacia el auto de fe desde la cárcel secreta de la Inquisición.
La Plaza Mayor era en el siglo XVI la Plaza del Mercado y el lugar donde se celebraban todo tipo de fiestas, tanto civiles como religiosas así como los autos de fe. Tras el incendio de 1561 se procedió a su reconstrucción diseñada por Francisco de Salamanca por orden de Felipe II. Los condenados acudían a esta ceremonia vestidos con corozas en la cabeza y sambenitos en el pecho. Al finalizar, los reos penitenciados volvían a la cárcel y los demás eran montados en borriquillas y llevados a través de la calle Santiago al lugar de ejecución de la condena.
Antes de llegar al “quemadero de la villa” una placa en honor de Miguel Delibes en la Iglesia de Santiago nos recuerda que era aquí donde predicaba cada viernes el Doctor Cazalla.
Ya en la Plaza Zorrilla, fuera de los muros de la villa al atravesar la Puerta del Campo, se asistía al último acto del proceso contra los luteranos: la quema pública. Aunque la mayoría eran ejecutados mediante garrote vil antes de arrojar sus cuerpos a las llamas algunos eran quemados vivos. Al acabar todo, se recogían las cenizas y se aventaban queriendo borrar así todo rastro de aquellos a los que la Inquisición había condenado.