Febreiro 2020
Un verano con Homero
de
Sylvain Tesson
Un verano con Homero non só é un chamamento imperioso á relectura de Homero —unha relectura libre, sen prexuízos e sensíbel—, senón que tamén nos permite abordar ao poeta grego cunha mirada nova. Este ensaio, novela e libro de viaxes ao mesmo tempo, é unha invitación a somerxerse nas augas turquesas do Mediterráneo e reler os clásicos. Lévanos ás illas Cícladas, ás beiras do mar Exeo, onde naceron os protagonistas da Ilíada e a Odisea, e convídanos a apagar os computadores e os teléfonos móbiles para volver a Homero. A forza, a hibris, o destino, a guerra, a importancia da natureza son temas antigos de extraordinaria actualidade. Tesson lévanos con el noutra das súas viaxes, esta vez polas palabras, e parte da mitoloxía para contar o mundo contemporáneo.
Aquiles se entera de la muerte de Patroclo, su amigo, su doble. Apenado, toma una decisión y se reconcilia con Agamenón. Irá al combate. Sin embargo, ya no posee armas porque Héctor se las ha quedado...
Tetis, la madre de Aquiles, va a pedirle al dios herrero que le fabrique nuevas armas. (¡Oh! ¡Qué conmovedora esta mamá, que equipa a su hijito en el Corte Inglés de la mitología para que, al redoble del tambor, pueda arrojarse a su destino, es decir, a la muerte!)
(...) Todo está preparado para la vuelta al combate, rabioso y furibundo. Es el principio de la segunda cólera de Aquiles. Comienza la ultraviolencia.
(...) Ya conocemos el funcionamiento de la hibris. Nada lo detendrá. Sin compasión, sin cuartel, sin hacer distinción.
(...) Hasta los mismísimos elementos van a rebelarse contra la desmesura. Es cuando la guerra se vuelve cósmica. Los hombres, las bestias, los dioses, el agua, el fuego: todo se convulsiona en la batalla.
(...) El río Escamandro se encabrita contra la rabia de Aquiles, intenta detener la demencia, desborda su cauce, quiere llevarse a Aquiles:
(...) ¿Y si nosotros, los hombres, nos hemos comportado con respecto a la naturaleza como Aquiles con los dioses? Hemos roto el equilibrio. Hemos superado los límites, hemos agotado los recursos, hemos aniquilado a los animales, hemos fundido los hielos, hemos intoxicado el suelo. Y hoy nuestro río Escamandro... sale de su silencio para señalar nuestros excesos.
En términos ecológicos, las señales de advertencia están al rojo vivo. En términos mitológicos, decimos que los ríos se desbordan por desprecio. Como a Aquiles, las aguas nos persiguen. Todavía no hemos entendido que debemos ralentizar nuestra carrera hacia ese precipicio al que, necios de nosotros, seguimos llamando “progreso”.