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Xuño 2020

Libre te quiero
de
Jorge M. Reverte

    Combinando  realidade histórica e ficción, e con un peculiar sentido do humor, o autor crea unha novela de aventuras -e de aprendizaxe- marcada pola sociedade, a amizade e a esperanza. Asturias, Galicia (Tui e Valença do Minho entre outras localizacións), París, Nova York, Madrid, Barcelona e as praias de  Normandía conforman as paisaxes onde transcorre unha narración poboada de  gámsters, policías, revolucionarios, dinamiteros, pistoleiros fascistas… Unha trepidante trama que ten protagonista a liberdade.


    Na España da década dos anos trinta do século pasado, Manolo e Yolanda, deciden ir en busca dos seus soños de liberdade e de xustiza. Son apenas uns adolescentes, inexpertos e  impresionables. Manolo está convencido das bondades do “comunismo libertario” que se expande por Europa; Yolanda é unha moza inquieta e decidida, defensora da igualdade e a modernidade, que traballa como enfermeira no hospital ao que Manolo vai parar tras unha disputa política. Entre os dous nacerá un compañeirismo que dará paso ao desexo e á paixón, o que non lles impedirá desempeñar un papel activo nos acontecementos que definirán o destino español e tamén europeo.
   
Lo de su padrino, el tío Manuel, hermano mayor de su madre, sí que tuvo miga. De Manuel, a quien en el pueblo casi todo el mundo llamaba “don Manuel”, tuvo noticia cercana un día de cumpleaños. Una presencia física que se había producido solo dos veces en su vida, pero que fueron cruciales, como se espera siempre de las comparecencias de su padrino. El resto del tiempo, Manolito, que no tenía padre reconocido en su reducida sociedad, aunque llevara el apellido Olmos en sus escasos papeles, estaba siempre pendiente de los designios remotos de don Manuel, interpretados de forma que se suponía muy fiel por la madre del chico, Casilda Martínez, así llamada con el nombre de la doncella mártir porque el día de su nacimiento era el dedicado a la santa en el calendario. Casilda había nacido un 9 de abril, en La Bureba, en León, por casualidad, porque su familia era gallega por ambas partes.(páxina 13)


    (…) Por fin se había liberado de sus cadenas, justo cuando los rebeldes se alzaban contra la República. Pero no tendrían tiempo de pensar en ello, puesto que ahora se trataba de huir y de llegar a Madrid.


    Primero, debían abandonar Galicia. Matías, aprovechando que los falangistas enviados por don Manuel tenían estrictas instrucciones de obedecer en todo, condujo el coche, un Ford anticuado pero a prueba de averías, y guiado por uno de los milicianos de la camisa azul, hasta la frontera en Tuy. Llegaron allí a media tarde, cuando todavía quedaban algunas horas de luz.


    Los compañeras ideológicos de su guía estaban eufóricos, después de haber causado una auténtica carnicería que se había extendido por todo el pueblo. Había allí una estremecedora exposición de cadáveres, que se presentaban en todas las posturas y en todos los lugares para cumplir uno de los objetivos de Mola, que, inspirado por la fértil imaginación de don Manuel, consistía en “sembrar el terror”. A Manolo, que desconocía el alto grado de responsabilidad de su tío en lo que veía, la táctica de Mola le había podido, por el momento al menos: estaba absolutamente aterrado. Y eso que era un veterano de la revolución de Asturias, donde creía, erróneamente, que lo  “había visto todo”.

Nova sobre a novela en El Pais  e en El Español.



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