Estando la blanca niña, estando la blanca flor, estando la blanca niña bordando en su bastidor. Pasa por allí don Carlos, hijo del emperador. - Hablaba contigo, niña, si no fuera por temor.
- Suba, don Carlos, arriba, suba, suba sin temor, que aquí no está mi marido, que aquí no está mi amor. Mi marido va de caza, le echaré la maldición: cuervos le piquen los ojos, águilas el corazón.
Estando en estas palabras su marido se acercó y entonces la blanca niña el color se le cambió. - ¿Quién es ese señorito de sombrero y pantalón? - Es el gato de la vecina que está esalando un ratón.
- Muchas tierras traigo andadas de Ávila y de Aragón y en mi vida he visto un gato de sombrero y pantalón. - Mátame, marido, mata, que tú tienes la razón, como hoy hace siete años que te hago la traición.
- No te mato, blanca niña, no te mato, blanca flor, no te mato, blanca niña, que yo me marcho a Aragón. - Si a los cinco años no vengo y a los siete más tardar, si a los cinco años no vengo, blanca, te puedes casar.