Newton y el falsificador La desconocida carrera como detective del fundador de la ciencia moderna de Thomas Levenson
Thomas Levenson é profesor de escritura científica no Instituto Tecnolóxico de Massachussets e neste libro, metade divulgación, metade historia e novela detectivesca, móstranos os anos de esplendor de Newton como home de ciencia, cando se fai cargo da Casa Real da Moeda británica dedicándose a perseguir ao falsificador William Chaloner, farsante nato que escribía panfletos contra os falsificadores e representaba o seu papel de cidadán honrado denunciando o deixamento da autoridade monetaria. Levenson (tamén autor de Einstein en Berlín) reconstrúe o duelo entre estes dous homes nun momento en que a guerra contra Francia estaba desangrando o Tesouro británico sendo importante contar cunha moeda firme.
Locke quería ayudar a su amigo a obtener el puesto de director de Charterhouse, un colegio privado para chicos en Londres, pero a Newton le repelía la sola idea de trabajar allí. “Parece que sigues pensando en Charterhouse -le escribió a Locke-. Creo que tenemos opiniones muy diferentes.”¿Qué había de malo en la proposición? Para Newton, todo. “Ser elegido o no depende demasiado del azar”, se quejaba; no estaba dispuesto a humillarse, decía, con la esperanza de convencer a los poderosos de que le arrojaran unas migajas.Y, lo que le irritaba aún más, el sueldo sería exiguo, indigno de él: “Tan sólo 200 libras al año, aparte de un carruaje (que no necesito) y del alojamiento”. Aquello no le alcanzaba para llevar el tren de vida que quería ni podía considerarse una buena remuneración para alguien de su reputación. Y luego estaba, naturalmente, el inconveniente de Londres. Llevaba treinta años viviendo en Cambridge. A lo largo de aquellos decenios de trabajo y de reflexión que habían transformado al desmañado muchacho de provincias en la mente más preclara de Europa, apenas había salido de las habitaciones que daban a la capilla y al patio central del Trinity College, y donde ahora le escribía, airado, a su amigo. Pero Locke se había atrevido a sugerirle que abandonara Cambridge para instalarse en una ciudad mugrienta y teatral como Londres. ¿Cómo debía manifestarle su disgusto por una propuesta que resultaba descabellada por tantos motivos? He aquí la fórmula que eligió: “Lo que me desagrada es la idea de encerrarme en un modo de vida tan rígido y soportar además el aire insalubre de Londres” Línea tras línea fue mostrándole a su amigo lo ofendido que se sentía; pero de pronto dejó la pluma: su ira se había aplacado. No firmó la carta. Newton tenía, en realidad, muchas ganas de huir de su vida enclaustrada, y para ello necesitaba desesperadamente...