O 23 de abril é o Día Internacional do Libro. É un día simbólico para a literatura mundial, xa que nesta data considérase que faleceron tres grandes das letras universais: Miguel de Cervantes, William Shakespeare e o Inca Garcilaso de la Vega.
"Cien años de soledad" (1967) Gabriel García Márquez (Aracataca, Colombia 1928 - México DF, 2014) Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo. Todos los años, por el mes de marzo, una familia de gitanos desarrapados plantaba su carpa cerca de la aldea, y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer los nuevos inventos. Primero llevaron el imán. Un gitano corpulento, de barba montaraz y manos de gorrión, que se presentó con el nombre de Melquíades, hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba la octava maravilla de los sabios alquimistas de Macedonia. Fue de casa en casa arrastrando dos lingotes metálicos, y todo el mundo se espantó al ver que los calderos, las pailas, las tenazas y los anafes se caían de su sitio, y las maderas crujían por la desesperación de los clavos y los tornillos tratando de desenclavarse, y aun los objetos perdidos desde hacía mucho tiempo aparecían por donde más se les había buscado, y se arrastraban en desbandada turbulenta detrás de los fierros mágicos de Melquíades. "Las cosas tienen vida propia —pregonaba el gitano con áspero acento—, todo es cuestión de despertarles el ánima."....
“Os espidos pés do destino” Xosé Carlos Fernández Caínzos (Profesor de Historia do IES Punta Candieira) Aínda que recoñecía a que fora a súa choupana, xa non lle quedaba tempo para pensar nela. Encamiñouse ata onde estaba soterrada Tereixa. Pouco cambiara o aspecto da sepultura. As pedras seguían amoreadas cubrindo o montículo, custodiando os restos da que fora a súa amada. Debaixo dunha delas, tal e como o deixara, estaba aínda o colar de cunchas que pertencera á súa filliña. Pero non atopou o pano de seda, aquel anaco de tea embebecida en azar. Recostouse sobre o túmulo e abrazouno querendo abarcalo todo enteiro, máis non puido conseguilo. Non lle quedaban máis forzas. Qué mellor lugar había que aquel para poder soñar, para poder quedarse para sempre. Observou que o sol estaba fundíndose no horizonte mariño. Era o máis fermoso ocaso que contemplara en toda a súa longa vida. Pareceulle albiscar ao lonxe o contorno dun drakkar atravesando as ondas por riba destas. -Maldito normando!... Cómo lograches evadirte do Valhala? Acaso me precisas para destronar a Odín?... Maldita predestinación, fatalidade putrefacta que estrullas os sentimentos dos homes, que nos convertes en simples estrelas fugaces sen permitir sequera, que os nosos amores e penas perduren na eternidade…! Otto, amigo meu!... Hassefus de Muiredach ladeou a cabeza apoiándoa sobre una das pedras do xélido sepulcro. Os seus ollos cansos quedaron pillados polas redes do esquecemento. O último que viu antes de pechalos foron os seus pés espidos enriba da herba, o último recordo, o seu propio destino.
"Memorias de Viriato" Andrés Toxeiro Fraguela (Profesor de Mecanizado do IES Punta Candieira) "Aquel día non chovía, pero o tempo ía de invernada. Ora que, era un día coma moitos outros. Pola mañá cedo trouxéronme o almorzo, como era de costume, e a mediodía larpei unha caldufada feita de enxagallos, pero con laimo. Logo boteille unha sesta aniñada no medio dunha gavela de fieitos secos. Nunca puiden perder o vicio de mandarlle un sono despois dunha larpeirada."
FRASES PARA CAVILAR...
PREMIO CERVANTES 2014: "ELENA PONIATOWSKA"
Elena Poniatowska nació en París en 1932 y emigró a México a los diez años junto con su mamá y su hermana Kitzia, quienes huían de una Europa devastada por la Segunda Guerra Mundial. Su madre, Paula Amor de Ferreira Iturbe, fallecida en marzo de 2001 a los 92 años, fue mexicana afrancesada, cuyos antepasados abandonaron México después del fusilamiento de Maximiliano y la demencia de Carlota. Nacida en Francia, doña Paulette conoció a su futuro esposo, el príncipe Jean Evremont Poniatowski Sperry, durante un baile de la familia Rothschild en París y se casaron poco después, en 1922. Del matrimonio nacieron tres hijos: Elena, Kitzia y Jan, el más pequeño, fallecido en 1968 a los veintiún años, víctima de un accidente automovilístico. Poniatowska comenzó su educación en Francia, donde su abuelo le dio sus primeras clases de francés y matemáticas. Al llegar a México continuó sus estudios de primaria en el Windsor School. Concluyó su educación formal en el Convento del Sagrado Corazón de Eden Hall en Torresdale, cerca de Filadelfia. Allí hizo el programa de “Academic Classes”: cuatro años de estudios generales, aparte de las requisitas clases de solfeo, baile, religión y buenos modales. Aunque sus profesores le aconsejaron que continuara sus estudios en Manhattanville College, debido a una devaluación en México, sus padres no pudieron financiar su educación universitaria y Elena regresó a México, tierra de volcanes y pirámides, haciendas y palacios, pero también de jacales y huaraches, pulque y huitlacoche. De vuelta en México, Poniatowska estudió taquimecanografía para después trabajar como secretaria bilingüe, pero nunca hizo el bachillerato. Según ella, no se acercó a la universidad, ni de noche. Si bien es verdad que ha recibido varios doctorados honoris causa de universidades de México y del extranjero, la escritora señala que su educación superior fue poco tradicional: no asistió a la Universidad de La Salle, sino a la de “La Calle”. En cambio, sus entrevistados, entre los que figuran Alfonso Reyes, Luis Buñuel, Octavio Paz, Diego Rivera, Juan Rulfo, André Malraux y Rosario Castellanos, se convirtieron en los benévolos maestros de una joven siempre curiosa y, a veces, impertinente. Elena Poniatowska es autora de más de cuarenta libros que abarcan casi todos los géneros: entrevista, cuento, teatro, crónica, testimonio, novela, ensayo y biografía. A pesar de su extensa y variada obra literaria, es mejor conocida por sus entrevistas y libros de testimonio, géneros reinventados en México por ella. Como un enorme fresco verbal, en su conjunto forman un testimonio vasto y completo para entender la historia mexicana de las últimas cinco décadas. Poniatowska también se ha encargado de describir los acontecimientos que han marcado profundamente a México como nación y muestra excepcional se encuentra en La noche de Tlatelolco (1971), crónica colectiva del enfrentamiento entre estudiantes y soldados, constituida por un collage de voces que sirven al mismo tiempo de forma y contenido. Hasta no verte Jesús mío, novela neo-realista, es también testimonio, el de una mujer rezongona y admirable que luchó en la Revolución Mexicana y vivió más aventuras que el Periquillo Sarniento o la Pícara Justina. Si bien Poniatowska ha disfrutado de un enorme éxito como periodista y escritora, siempre se ha sentido un poco abandonada por los círculos literarios de la élite. Como periodista, anduvo tras la noticia y por estar reporteando día y noche, nunca tuvo tiempo de participar en la sociedad literaria del momento. Además, desde muy joven empezó a creer que había que hacer libros útiles, libros para su país, lo cual hacía exclamar Carlos Fuentes: “Mira la pobrecita de la Poni, ya se va en su vochito a entrevistar al director del rastro”. Por lo visto, el precio de las cebollas y los jitomates, los desalojos y las invasiones de tierra, resultaron para ella mucho más importantes que los estados de ánimo o las vanguardias literarias del momento. Quizá por eso un día la autora declaró que algunos escritores la consideran “la cocinera, la barrendera, la criada que está limpiando los excusados de la gran casa de la literatura”. Lejos de pertenecer al mundo que tanto le fascina, Poniatowska es descendiente del último rey de Polonia, Stanislas Augusto Poniatowski y del Mariscal de Francia, el príncipe Josef Ciolek Poniatowski. Su familia cuenta entre sus antepasados ilustres un arzobispo, un músico, y algunos escritores, incluyendo a la tía Pita, Guadalupe Amor, dueña absoluta del infierno. Gracias a su ascendencia, y debido a sus propias inclinaciones de izquierda, sus familiares europeos la bautizaron como la Princesse Rouge.
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