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A POR LOS CUARENTA FURTIVOS

 

A por los cuarenta furtivos

N

uestra historia de buenos y malos no comienza como todos los cuentos. Esta vez el “ Erase una vez en un país lejano…” lo cambiamos por: Mes de abril de un año cualquiera en Rianxo, un pequeño pueblo pesquero de Galicia

Jacinto tenía 19 años, desde los 14 residía con su abuela en un barrio del pueblo. Su infancia había sido muy difícil, había pasado por el divorcio de sus padres, malos tratos y por último la entrada  en prisión de su madre por un robo. Todo lo vivido había marcado su carácter y cómo no, su vida. Eran frecuentes las discusiones con su abuela por no querer ir a clase ni hacer los deberes. Una noche, Jacinto decidió irse a vivir lejos de todo aquello que tan malos recuerdos le traían.

Caminó y caminó hasta llegar a Santiago de Compostela .Allí pedía limosna delante de un supermercado y los días que tenía suerte se podía permitir una comida caliente. Al llegar la noche su refugio era una fábrica abandonada en la que se refugiaba del frio y la lluvia. Junto a Jacinto un grupo de transeúntes ocupaban el mismo lugar. Fue allí donde conoció a Pedro, un joven que también pedía limosna por las calles. Pedro fue el primero en ofrecerle una caladita de marihuana.

-       ¡ Chaval ¡ dale una caladita y verás como se te olvidan todas las penas.-balbuceaba Pedro entre calada y calada.

-       No Pedro, fumar no es bueno.-trataba de explicar Jacinto.

Tanto, tanto insistió que poco a poco Jacinto fue probando distintas drogas y éstas acabaron formando parte de su vida. Comenzaron los robos, las noches en el calabozo y se creó una fama de delincuente y drogadicto.

La desesperación llevó a Jacinto a volver a Rianxo junto a su abuela, como esta solo contaba con una pequeña pensión de viudedad, además tenía que buscar dinero de alguna parte, así comenzó su andadura como furtivo por las playas de Rianxo.

Aprovechando la marea baja de la noche bajaba con sus linternas y saqueaba todo lo que encontraba. Poco a poco fue haciendo pandilla y eran un grupo bastante numeroso (alrededor de cuarenta ladronzuelos) bien organizado que cada marea salían a las playas a coger todo lo que encontraban a su paso.

Las noticias no hablaban de otra cosa “El grupo de furtivos que estaban arruinando al grupo de mariscadoras “.

Una de estas mariscadoras, Maruja, la más veterana de la agrupación, lo tenía muy claro.

-       Cada vez me cuesta más coger el cupo, yo no sé dónde se mete tanto marisco.- comentaba Maruja a quien quisiese escucharla.

-       Ya sabes dónde se mete, si la policía hiciese algo para evitar tanto robo, pero parece que los furtivos campan a sus anchas por nuestras playas.- respondió una de sus compañeras de faena.

Maruja vuelve a casa cansada y con apenas unos euros en el bolsillo. Cada día le cuesta más poder llegar a fin de mes. Los hijos de Maruja tampoco ayudan mucho, no quieren estudiar ni trabajar. Maruja ya está resignada con la vida que le tocó vivir.

Un día Maruja recibió una llamada de su hermana, que vivía en Madrid, su sobrino se vendría a vivir con ella un tiempo hasta que encontrase un lugar para vivir.

Julián, el sobrino de Maruja,  acababa de aprobar las oposiciones a  guardia civil y lo habían destinado a Rianxo. Como no conocía nada de la zona decidió quedarse son su tía.

-       Espero que esta noche cojáis a esos granujas que nos están arruinando.- decía Maruja a su sobrino cada noche que a éste le tocaba guardia.

-       Ya sé, tía. No te preocupes algún día los cogeremos.- intentaba calmar Julián a su tía.

Noche tras noche, Julián y su compañero de guardia recorrían las playas en busca de Jacinto y sus compinches, pero estos cada vez mas hábiles salían corriendo cuando oían llegar el coche.

Jacinto bajaba a la playa bien equipado con unas redes que en cuanto tenía llenas las escondía tras alguna roca por si debía que salir corriendo. Luego, ya con más calma, volvía a recogerlas y las llevaba por los bares de la zona. Y tenía sus compradores habituales que en cuanto lo veían  llegar le abrían la puerta de atrás.

Una noche Jacinto y sus compañeros se reúnen en una cala apartada de la carretera para comenzar la faena. Deciden separarse para poder abarcar muchas de las playas de la zona. Jacinto ya tenía una red llena de almejas cuando en la oscuridad de la noche ve que un coche se acerca. Sigilosamente esconde la red tras un grupo de piedras y él se mete detrás unos arbustos.

 Julián y su compañero deciden bajar del coche y con unas linternas hacer un barrido por toda la orilla. Pero todo en vano, puesto  que los furtivos que los habían visto llegar estaban escondidos.

Vuelven al coche y siguen su ruta. Más tarde volverán por si los furtivos deciden volver. Jacinto sale de su escondite y sigue trabajando. El tiempo le pasa muy deprisa y cuando ya tenía escondidas un par de redes de almejas, ve a lo lejos que se acerca otro coche. Corre por la playa para esconderse, pero esta vez Julián y su compañero encuentran las redes con almejas que Jacinto escondió detrás de las rocas.

Julián decide meterlas en el coche y cuando su compañero le preguntó qué iban a hacer con ellas, esté le dijo que más tarde las devolvería al mar.

Julián cogió las redes con las almejas y se las llevó a su tía Maruja para que viese que esa noche sí habían podido frenar a los furtivos. Maruja le pidió a su sobrino que sí podía quedarse con un par de redes de almejas, así por la mañana tendría algo que vender en la lonja y podría traer un poco de dinero a casa.

Aunque en un principio Julián no estaba de acuerdo, recordando lo bien que su tía se había portado con él, acogiéndolo en su casa, pese al mal momento que estaban pasando, decidió que no pasaría nada porque por esta vez su tía se las quedase.

Esa mañana Maruja se levantó muy temprano, se puso su traje de neopreno y salió rumbo a la playa, esta vez escondía un secreto en el maletero de su coche.

Maruja trabajó y trabajó pero el resultado como siempre fue escaso. Hoy no estaba triste, sabía que en cuanto llegase el momento de la venta sacaría de su coche las almejas que tenía escondidas.

Así fue, momento de la lonja, Maruja saca todas sus almejas, que gran sorpresa se llevaron sus compañeras. Todos le daban la enhorabuena por la gran marea realizada.

-       Me costó mucho pero hoy tuve suerte.- comentaba entre risas Maruja.

Cuando llegó a casa estaba super feliz, en el bolsillo llevaba 60€ y hacía muchos años que no conseguí una cantidad tan buena.

En otras ocasiones en las que Julián había conseguido encontrar las almejas de algún furtivo, a escondidas se las llevaba a su tía, y ésta cada vez estaba más contenta e incluso llegó a exigirle que le trajese más.

Julián cada vez estaba más arrepentido de lo que había hecho, por lo que decidió que si conseguía coger a los furtivos esto se acabaría y Maruja ya no tendría ninguna queja.

Maruja decidió que saldría ella por la noche a coger unas pocas, de esa manera tendría todavía más almejas para vender.

Esa noche, Julián no estaba de guardia y fueron sus compañeros los que encontraron a Maruja en una playa cogiendo mariscos a escondidas, la llevaron al calabozo y allí pasó toda  la noche.

Avergonzada Maruja se fue a casa y no comentó nada a nadie ¡Qué

 pensarían de ella sus compañeras! se atormentaba Maruja.

Julián cenó y salió a trabajar como siempre. Estaban llegando a una de las playas, cuando se le ocurrió apagar el coche e ir andando para que el coche no hiciese ruido.

Cuando se estaban aproximando a la playa vieron un grupo de furtivos que estaban faenando cerca de un acantilado.

-          Ahora no tienen salida, pensó Julián.

Bajaron a la playa y llamaron por radio al resto de compañeros que estaban por la zona. Poco a poco empezaron a llegar entre todos consiguieron acorralar a los furtivos, entre ellos estaba Jacinto. Esta vez no podían escaparse, no tenían salida.

Jacinto y sus compañeros fueron llevados al calabozo hasta que se celebrase el juicio, dos años fue la condena que les cayó a Jacinto y al resto de furtivos.

Por el momento las playas de Rianxo están un poco más tranquilas, Maruja, que no ha vuelto a robar nada, y sus compañeras de agrupación siguen trabajando e intentando coger el número máximo de almejas.

                                           Aroa Sóñora Regenjo 1º ESO E

 

 

 



story | by Dr. Radut