Poesía composta por un compañeiro xubilado do Cantel, Manuel Carballo Pérez, e adicada aos dez primeiros anos do noso colexio, co gallo do seu 10º aniversario.
El año noventa y dos
un gran centro en Foz se abría;
el Grupo Número Dos.
Hermoso y grandioso Centro
en una extensa explanada,
aunque encharcada su entrada.
Cien metros de sufrimiento,
para alcanzar el recinto,
cien metros de encharcamiento
y a las pruebas me remito.
Alumnos y profesores
necesitábamos chanclas
y botas de cazadores
para badear esos charcos.
Así transcurrió un año
en esa monotonía,
con esa triste atonía
y un invierno muy mojado.
Comenzamos nuevo curso
y seguía la atonía;
agua y barro, barro y agua
y así era nuestra vía.
El pueblo encolerizado
comunicaba en la prensa
su gran disgusto y enfado
contra el Consejo, su ofensa.
Y ésta es la triste historia
del inicio de este Centro,
que es en el pueblo un portento
y en sus anales, memoria.
Ya pasados unos años
y reunido el Consejo,
se acordó llamar al Centro
O Colexio do Cantel.
Dieciocho profesores
formarían su plantilla;
el conserje y cuidadora,
tres amables cocineras
y también tres limpiadoras.
Como una balsa de aceite,
como pipas en la piña,
como granos de granada
y como pez en el agua,
así ha sido este Colegio,
así ha sido nuestra casa.
Diez años han transcurrido
desde el inicio del Centro
y aquí estamos reunidos
a celebrar tal evento.
Sesenta o sesenta y uno
en los archivos del centro
pienso no falte ninguno
a este grandioso encuentro.
Don Celestino Reimondo,
hombre afable y santa calma,
ha dirigido este coro
con aplomo y bonanza.
José Luis, "El Conserje"
mostró aquí su gran valía,
pues, ha estado omnipresente
en cuanto se le pedía.
Bienvenidos los presentes
y disculpas si alguien falla.