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Xoves 30 marzo

Neste xoves, cuarta xornada, toca Mérida. Un día enteiro para patear e coñecermos mellor esta pequena Roma hispana, dende as beiras do Guadiana:

Yo, Mérida indomable,
me sereno con tu beso húmedo
bajo mis cimientos de roca centuriada.

Viejo Guadiana.
Arteria bautismal del tiempo.
Renovada savia sin viaje de vuelta,
como la propia existencia
que no se detiene un momento.

(Gregorio Yáñez)

e o Albarregas, contemplando a milenaria ponte:

A orillas del Albarregas

el niño correteaba.

 

Con su vocación de río

fluía, trabajosa, el agua.

 

Los arcos del viejo puente,
solitarios, bostezaban.

Sólo la alegría del niño
hacía la tarde dorada.

(Rafael Rufino Félix)

facendo unha parada na alcazaba árabe:

Por estos muros pasan
el viento, la memoria,
la luz y la nostalgia.

Plinto del jaramago,
la piedra castigada
dura mientras pasamos.

Un vencejo se posa
sobre el olvido, bajo
los labios de la sombra.

¿Quién está amaneciendo?
¿el viento, la memoria?
¿quién pone azul el tiempo?

Nadie responde. Nadie.
¡Ay, torres de silencio
desafiando al aire!

(Carlos Murciano)

no mal chamado templo de Diana, deixando atrás o Arco de Trajano, o cardo e o decumanus:

Pasa, emeritense, y pisa
la calva piedra romana.
Aquí, en esta Puerta
la Augusta ciudad acaba.

(Antonio Luis de la Cruz)

para despois encamiñarnos cara ao acueduto dos Milagros:

De tus piedras prenden
los siglos, y arraigan
en la tierra.

Cual coloso que lucha
por proteger su historia,
te mantienes firme.

Cierto es que laten
secas tus arterias,
y que Proserpina ya
no te llora,
pero te piensa.

Tu nombre hace honor
a tu gesta,
y el tiempo te respeta
porque tiene vértigo.

(Isabel Mª Méndez)

sen esquecer tampouco o de San Lázaro:

Ni las cigüeñas le acompañan
en la soledad del tiempo;
dejó de fluir por su vientre el sonido húmedo,
y casi sin asomar su figura
es testigo al paso del hombre
que fugaz se sumerge en el olvido.

A lo lejos la sombra quebrada
deposita en la cercanía el destello del ayer,
la pesadez de sentirse inútil para siempre
sobre las cenizas que se esparcen
para borrar un pasado fértil.

(Jesús Díaz)

e rematar ante os impresionantes teatro e anfiteatro:

Dos gladiadores, con la frente llena
de sudor y de sueños, mano alzada,
honran al César, quien, desde su grada,
otorgará el perdón o su condena.

Lanza su ataque el bélico retiario,
pero la red no llega a su destino
y el tridente fue preso en su camino,
quedando inerme ante el adversario.

Mas el pilum, que el thracii le ha enviado,
hiende su pecho y quiebra el esternón,
llega rompiendo el frágil corazón
y cae en la arena en su sangre bañado.

El corazón del sol, cual un milano,
se posa en los cabellos del guerrero.
Mientras, Antonia corre hacia Casiano,
para ofrendarle un ósculo postrero.

(Francisco Rangel)

Repoñeremos forzas e logo será o tempo do circo, da casa de Mitreo, da cidade dos mortos: os columbarios:

Pequeño y mustio hueco,
descanso mortuorio, columbario.
Cenizas: solo el eco
resuena emisario
del hombre que habitó nuestro escenario.
Menguado el equipaje
que el hombre necesita al despedirse
del mundo para el viaje
a su último hospedaje,
que a todo ser espera tras morirse.

El tiempo inexorable
su curso continúa indiferente,
hiriendo infatigable
a todo ser viviente.
¡Humilla la soberbia prepotente!

(Jesús Mendo)

e do Museo Nacional de Arte Romana.



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