Once helados de chocolate
Me quedaban doce, hoy me dijeron que la situación había empeorado y que la quimio ya no era necesaria, y después me trajeron, como todos los días, mi helado de chocolate. El de hoy tenía muchas pepitas. Para mi gusto estaba demasiado frío, pero como decía mi madre “esa es la gracia de los helados”. Es agradable tomar un helado en verano, el chocolate se derrite mientras yo intento alcanzar todas las gotas antes de que toquen el barquillo, es como un juego. Todas las gotas se forman, resbalan y, antes o después, caen; pero yo las intento salvar. Con este calor todo el mundo querría ser una gota, o no, no lo sé. De todas formas da igual. Ya sólo me quedan once.
Diego del Río Rodríguez