La vida se escapa en un disparo
un segundo donde se va la vida
un arma, en manos de un malvado,
su alma ahora está vacía,
él dice estar arrepentido
un momento de locura transitoria
el pueblo lleno de amargura
en el Cielo, una familia rota,
y esos niños, arrojados al destino
sin madre, sin tía y sin abuela
sus manos sienten el frío
del cuerpo de su madre muerta,
que Dios le perdone
pero yo no puedo entenderlo
la ternura de un padre se supone,
no hay explicación para los hechos,
dos lágrimas corren por su cara
nadie trata de detenerlas
son el alma que de su pecho escapa
son el destino de esos pequeños niños,
que mi Dios vele su sueño
que su alma se consuele
que tenga valor ese abuelo
que su pena me conmueve.
¡nadie tiene derecho a robar una vida!
Paki Espiño, 2019