¿Qué pueden tener en común las nubes, los árboles, nuestro sistema nervioso, el perfil de las costas, las montañas, la coliflor, los relámpagos, etc? Pues todos contienen patrones interminables denominados fractales.
“De las leyes más simples nacen infinitas maravillas” Estas son palabras de Benoît Mandelbrot quien a mediados de los años 70 comenzó a utilizar el nombre de “fractal” para referirse a objetos que se parecen a sí mismos en todas las escalas. Son figuras autosemejantes: cada parte es una réplica del todo y, asombrosamente, leyes muy simples dan lugar a objetos muy complejos. En la naturaleza, los fractales acaban teniendo un límite pero en los fractales matemáticos, como la curva de Kotch o el triángulo de Sierpinski, la autosemejanza se produce de manera ininterrumpida.
Pues bien, todo esto tiene relación directa con el “árbol navideño” que decora sublime la entrada de nuestro instituto. El árbol fractal que se expone es una generalización tridimensional del triángulo de Sierpinski que se inicia con un triángulo equilátero inicial al que se le elimina el triángulo central después de unir los puntos medios, obteniendo tres nuevos triángulos equiláteros y así sucesivamente con cada triángulo que va apareciendo. La estrella que lo remata es un ejemplo de copo de nieve de Kotch.
Desde el Departamento de Matemáticas, se ha propuesto un trabajo colaborativo para construir entre tod@s este espectacular árbol. Después de explicarles todo esto a los alumn@s de Secundaria de nuestro centro, durante varias semanas, se han animado ilusionados junto a sus tutores a ir decorando con motivos navideños cientos de cartulinas para unirlas en productos modulares cada vez de mayor tamaño. No puede haber mejor ejemplo de cohesión y cooperación que este proyecto, pues pequeñas e individuales aportaciones suman esfuerzos a un objetivo final común, donde cada pieza es fundamental e insustituible para el conjunto. Ha sido un proceso de acción comunitaria, un reflejo esencial para la educación en sociedad: tod@s y cada un@ debemos colaborar junt@s con nuestras pequeñas acciones para mejorar el bien común. Deberíamos tenerlo presente cada día de nuestra vida, pero en esta época se hace más necesario aún y ahí está NUESTRO ÁRBOL NAVIDEÑO para recordárnoslo cada vez que nos lo crucemos y apreciemos su belleza.
