El género narrativo

Sitio: Aula virtual
Curso: Lingua Castelá e Literatura 2º E.S.O. - Mar
Libro: El género narrativo
Imprimido por: Invitado
Día: domingo, 21 de julio de 2024, 15:02

Descripción

Complemento para clase

1. La narración literaria

En la narración literaria predomina la función poética del lenguaje.

Los relatos literarios no cuentan hechos que pasaron en realidad (o no siempre, y si se inspira en ellos, no tiene que contarlos tal y como fueron) porque la literatura crea un mundo imaginario, un mundo de ficción.

Hay distintos tipos de narraciones literarias (SUBGÉNEROS NARRATIVOS): Novelas, cuentos, fábulas, leyendas...

Leemos una novela: Oliver Twist.

En las narraciones literarias, un narrador nos cuenta unos hechos, normalmente ficticios, que les suceden a unos personajes, en un tiempo y en un espacio más o menos determinados.

El narrador no es el autor del relato, sino que el autor crea a un narrador para que cuente la historia.

La mayoría de los relatos están escritos por un narrador en primera o en tercera persona.

El narrador en primera persona es un personaje del relato y participa en los hechos que cuenta.

El narrador en tercera persona cuenta lo que les sucede a los personajes, sin participar en la acción (aunque puede opinar sobre los hechos).

2. La estructura de los relatos

La estructura es la forma en que se organizan los hechos que se narran.

La estructura tradicional presenta tres partes:

  • Planteamiento.
  • Nudo.
  • Desenlace

  Y, tradicionalmente, los hechos que se cuentan se ordenan cronológicamente .

Pero, no siempre es así:

  • Hay relatos que empiezan contando el desenlace.
  • Otros que empiezan en medio de la acción.
  • Y algunos no tienen desenlace, no se cuenta el final de la acción (finales abiertos).

3. "El ratoncito de los tebeos" con ejercicios

 

Un ratoncito de los tebeos, cansado de vivir entre las páginas de un periódico y deseando cambiar el sabor del papel por el del queso, dio un buen salto y se encontró en el mundo de los ratones de carne y hueso.
—¡Squash! —exclamó inmediatamente, oliendo a gato.
—¿Cómo ha dicho? —cuchichearon los otros ratones,
puestos en un aprieto por aquella extraña palabra.
—¡Sploom, bang, guip! —dijo el ratoncito, que solo hablaba el idioma de los tebeos.
—Debe ser turco —observó un viejo ratón de barco, que antes de retirarse había estado de servicio en el Mediterráneo. E intentó dirigirle la palabra en turco.
El ratoncito lo miró asombrado y dijo:
—Ziip, fiish, bronk.
—No es turco —concluyó el ratón navegante.
—¿Entonces, qué es?
Galimatías.
Así pues, lo llamaron Galimatías y lo consideraron un poco como al tonto del pueblo.
—Galimatías —le preguntaban—, ¿qué prefieres, el queso de Gruyére o el parmesano?
—Spiit, grong, zizir —contestaba el ratón de los tebeos.
—Buenas noches —reían los otros.
Los más pequeños, además, le tiraban de la cola adrede para oírlo protestar de aquel modo tan cómico: «¡Zoong, splash, squarfl».
Una vez fueron a cazar a un molino lleno de sacos de harina blanca y amarilla. Los ratones hincaron los dientes en aquel
maná y comían a dos carrillos, haciendo «Crick, crik, crik», como todos los ratones cuando comen. Pero el ratón de los tebeos hacía «Crek, screk, squererek».
—Aprende por lo menos a comer como las personas educadas —murmuró el ratón navegante—. Si estuviéramos en un barco, ya te habrían arrojado al mar. ¿Es que no te das cuenta de que haces un ruido desagradable?
—Crengh —dijo el ratón de los tebeos, y volvió a meterse en un saco de maíz.
El navegante, entonces, hizo una señal a los otros y se largaron silenciosamente, abandonando al extranjero a su destino, convencidos de que no encontraría nunca el camino de regreso. Durante un momento el ratoncito continuó comiendo. Cuando finalmente se dio cuenta de que se había quedado solo, ya había oscurecido demasiado para buscar el camino y decidió pasar la noche en el molino. Estaba a punto de dormirse, cuando he aquí que aparecen dos semáforos amarillos en la oscuridad y se oye el ruido siniestro de cuatro patas de cazador. ¡Un gato!
—¡Squash! —dijo el ratoncito, con un escalofrío.

¡Gragrranau! —respondió el gato.
¡Cielos, era un gato de tebeo! La tribu de los gatos de verdad lo había expulsado porque no lograba decir miau como es debido. Los dos abandonados se abrazaron, jurándose eterna amistad, y pasaron toda la noche conversando en el extraño idioma de los tebeos. Se entendían
a las mil maravillas.

GIANNI RODARI, Cuentos por teléfono, ed. Juventud

  1. Explica el significado de las palabras y expresiones destacadas en el texto: poner en un aprieto, galimatías, maná, a las mil maravillas.

  2. Explica a qué genero literario pertenece el texto que acabas de leer.

  3. ¿Qué tipo de narrador aparece?

  4. Identifica en el cuento las tres partes de su estructura: planteamiento, nudo y desenlace.

  5. Resume el cuento en unas diez líneas.

  6. Reescribe el siguiente fragmento del cuento en primera persona (el ratoncito es el narrador): "Un ratoncito de los tebeos, cansado de vivir entre las páginas de un periódico y deseando cambiar el sabor del papel por el del queso, dio un buen salto y se encontró en el mundo de los ratones de carne y hueso."

  7. ¿Qué son las onomatopeyas?

  8. Ejercicio por parejas. Escribid un texto narrativo breve, entre diez y quince líneas, en el que aparezcan MUCHAS onomatopeyas.