Su labor profesional la desarrolló principalmente en el estado germánico de Baviera, especialmente en su propia capital, la ciudad de Munich, donde también construyó la Pinacoteca Antigua.
En concreto, con los trabajos para la construcción de la Gliptoteca estuvo ocupado entre los años 1816 y 1834. Un museo de escultura fundado y promovido por Luis I de Baviera, quién quiso construirlo para que allí se depositaran y conservaran gran parte de la colección de restos arqueológicos que poseía, como por ejemplo el frontón del templo de Afaia procedente de la ciudad griega de Egina. Y es que este gobernante era un gran aficionado a la historia, y principalmente a la arqueología, e impulsó diferentes excavaciones en el extranjero.
La apariencia del edificio de la Gliptoteca muniquesa es la de una arquitectura muy sobria, construida a partir del empleo más purista del orden jónico, y con escasos elementos decorativos que se concentran principalmente en algunas hornacinas y en las esculturas situadas en el frontón que cubre la entrada al museo. Es decir, se trata de un edificio muy sobrio y muy cerrado.
Hay que tener en cuenta que Baviera se sitúa al sur de Alemania, y por lo tanto es el territorio del país más próximo a Italia, de ahí que la arquitectura bávara de este periodo sea mucho más neoclásica que la de otros territorios del norte de Alemania como en Prusia.
A esta influencia por mayor proximidad de la arquitectura clásica italiana, habría que sumarle la ya citada pasión de Luis I por la época clásica. Por ello es lógico que en Munich y por obra también de Leo Von Klenze haya una construcción neoclásica por antonomasia: los Propíleos. Una obra que el arquitecto diseñó en 1817, pero que no se construyeron hasta los años 1846 – 1850, y evidentemente se trata de una obra que inmediatamente remite a los Propíleos de la Acrópolis ateniense, incluso por el orden constructivo empleado: el dórico.