ROCOCÓ (pintura)

Sitio: Aula Virtual do IES Afonso X O Sabio
Curso: 4ºESO 2014-2015
Libro: ROCOCÓ (pintura)
Impreso por: Usuario convidado
Data: Domingo, 30 de Xuño de 2024, 17:26

Descrición

Comentarios obras de arte

A RAANDEIRA

Jean-Honoré Fragonard – “El columpio” (1767, óleo sobre lienzo, 81 x 64 cm, Wallace Collection, Londres) Érase una vez un cortesano, cuyo nombre no desvelaremos (porque no sabemos cómo se llamaba), que le encargó un cuadro muy específico al pintor Gabriel François Doyen. En él debería aparecer su guapa amante balanceándose en un columpio, empujado por un obispo, mientras él le miraba las piernas y lo que tuviese a bien enseñar escondido entre la maleza. El artista tenía que mostrar, como mínimo, los tobillos de la dama, pero si se veía con ganas, podía subirle las faldas todo lo que quisiera. Doyen le contestó apurado: “yo no pinto cosas de esas” y le pasó el encargo a Fragonard, que no tuvo problema en representar la escena siguiendo todas las indicaciones, pero eso sí, cambiando al obispo por un señor maduro. Tampoco era plan de pasarse. El columpio de Fragonard es una de las cumbres del Rococó francés y refleja a la perfección la mentalidad de esa época: la alegría de vivir, la despreocupación y una moral un tanto laxa. La luz proviene de la esquina superior derecha y da de lleno en la chica y en su llamativo vestido rosa, dejando el resto de la composición en sombra. El señor maduro, que podría ser su marido, la empuja con tanto brío que una de sus chinelas ha salido despedida (striptease artístico que nos indica que no tardará mucho en quitarse el resto de la ropa). Las esculturas de cupidos del jardín parecen estar al tanto de las correrías de los amantes: los dos de atrás no acaban de creerse el atrevimiento de la dama y el de la izquierda le pide discreción llevándose el dedo a la boca. Mientras tanto, el joven cortesano, recostado entre los matorrales y rojo de calentura, observa las idas y venidas de su querida que amablemente abre las piernas frente a él. Mientras tanto el perrito, símbolo tradicional de la fidelidad, ladra desesperado. El columpio con el asiento tapizado es el colmo de la elegancia, pero ya podían haberle puesto unas cuerdas un poco más finas (la chica va a acabar con las manos desolladas).


Érase una vez un cortesano, cuyo nombre no desvelaremos (porque no sabemos cómo se llamaba), que le encargó un cuadro muy específico al pintor Gabriel François Doyen. En él debería aparecer su guapa amante balanceándose en un columpio, empujado por un obispo, mientras él le miraba las piernas y lo que tuviese a bien enseñar escondido entre la maleza. El artista tenía que mostrar, como mínimo, los tobillos de la dama, pero si se veía con ganas, podía subirle las faldas todo lo que quisiera. Doyen le contestó apurado: “yo no pinto cosas de esas” y le pasó el encargo a Fragonard, que no tuvo problema en representar la escena siguiendo todas las indicaciones, pero eso sí, cambiando al obispo por un señor maduro. Tampoco era plan de pasarse.

El columpio de Fragonard es una de las cumbres del Rococó francés y refleja a la perfección la mentalidad de esa época: la alegría de vivir, la despreocupación y una moral un tanto laxa.

La luz proviene de la esquina superior derecha y da de lleno en la chica y en su llamativo vestido rosa, dejando el resto de la composición en sombra. El señor maduro, que podría ser su marido, la empuja con tanto brío que una de sus chinelas ha salido despedida (striptease artístico que nos indica que no tardará mucho en quitarse el resto de la ropa). Las esculturas de cupidos del jardín parecen estar al tanto de las correrías de los amantes: los dos de atrás no acaban de creerse el atrevimiento de la dama y el de la izquierda le pide discreción llevándose el dedo a la boca. Mientras tanto, el joven cortesano, recostado entre los matorrales y rojo de calentura, observa las idas y venidas de su querida que amablemente abre las piernas frente a él. Mientras tanto el perrito, símbolo tradicional de la fidelidad, ladra desesperado.

El columpio con el asiento tapizado es el colmo de la elegancia, pero ya podían haberle puesto unas cuerdas un poco más finas (la chica va a acabar con las manos desolladas).

Fuente: http://www.elcuadrodeldia.com/post/92612907275/jean-honore-fragonard-el-columpio-1767-oleo

ANÁLISIS FORMAL

Los tres personajes del lienzo conforman un triángulo, cuyo interior se halla ocupado por la dama. Se establece un juego de miradas muy sugerente: del viejo a la dama, de ésta al galán y de éste a la joven. En este juego de complicidades participan los putti o angelitos escultóricos, que enmarcan y protegen el juego amoroso de la pareja. Los amantes quedan situados dentro de la zona oluminada por un foco de luz que surge de los árboles y que converge en la dama, mientras que el viejo queda en penumbra.

El movimiento hacia delante del columpio convierte la diversión de la dama en una actitud provocativa debido a su pie desnudo, que, con un gesto desvergonzado, ha lanzado al aire el zapato. La frondosidad del jardín enmarca este juego de complicidades, equívocos e insinuaciones en un escenario de luces y sombras muy apropiado.

La pincelada es rápida y pastosa, pero precisa en los detalles. Fragonard recurre a los tonos pastel característicos del siglo XVIII francés, en el que dominan gamas de verde y amarillo. En el cuadro resalta el rosa del cesito de la dama, que rompe la monotonía tonal y de los colores circundantes.

Fuente: http://elartedelovelylina.blogspot.com.es/2012/10/aprendamos-sobre-las-obras-maestras-el_16.html



EL GRAN CANAL

El gran canal, 1750. CANALETTO

http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/d/d2/Grand_Canal,_Looking_Northeast_from_Palazo_Balbi_toward_the_Rialto_Bridge.jpg

El más destacado representante del género de vistas urbanas en la Venecia del siglo xviii es, sin duda, Canaletto. Estas vistas o vedute, que nos muestran grandes perspectivas de la ciudad o de sus aledaños captadas con el rigor de un topógrafo, fueron piezas cotizadas por los viajeros y amantes de las artes que realizaron el Grand Tour. Este largo viaje, que incluía además de Italia, Francia, fue trayecto obligado en la formación y educación de los lores ingleses del siglo xviii, quienes, al igual que otros viajeros por Italia, encontraron en estas vistas el objeto ideal con que recordar su aventura de juventud.

Este lienzo muestra ya las características más notables del arte de Canaletto. La elección de un punto de vista elevado para el encuadre de la composición, la precisión con que se dibujan los edificios con todos sus detalles ornamentales y la minuciosa ejecución de los elementos que crean el ambiente son algunas de las aportaciones que Canaletto hizo al género.

Canaletto consigue buenos cromatismos y matices con los que nos transmite el colorido de las aguas, cuyo matiz verdoso contrasta con la gran masa azul con la que pinta el cielo.

Extraído de: http://www.museothyssen.org/thyssen/ficha_obra/453

Más información:
http://www.epdlp.com/pintor.php?id=204
http://www.educathyssen.org/capitulo_5_antonio_giovanni_canal_canaletto

SEÑOR Y SEÑORA ANDREWS




Pinto retratos porque me pagan por ello, pinto paisajes porque me gusta hacerlo”

Thomas Gainsborough

Thomas Gainsborough, el mejor pintor inglés del siglo XVIII, pasó toda su vida dividido entre los paisajes y los retratos. Los primeros llenaban su alma, pero sólo los segundos llenaban sus bolsillos. Para solucionar tal disyuntiva recurrió en muchas ocasiones al retrato al aire libre, con los que conseguía dedicar gran parte de sus esfuerzos al paisaje asegurándose su fama entre los clientes de las clases altas.

“El señor y la señora Andrews”, pintado cuando el artista tenía apenas 22 años, es la primera obra maestra del artista. Gainsborough nos presenta a una acaudalada y joven pareja de Suffolk posando bajo un poderoso roble, acompañados por su perro de caza. Las figuras de los jóvenes esposos no ocupan el centro de la composición, sino que han sido desplazados hacia la izquierda, permitiendo al artista centrarse en la representación del paisaje.

El título de la obra dice que la pintura es un doble retrato. Cierto. Pero también podría titularse “Paisaje de Suffolk con dos personajes”. Quizás incluso “Paisaje de Suffolk con dos personajes superfluos”. Se dice que Gainsborough, a pesar de ser el pintor favorito de la aristocracia, no sentía ninguna simpatía hacia ellos, y esta pintura parece demostrarlo. La riqueza del vestido de la mujer, la pose deportiva del caballero no son comparables con el amor que Gainsborough demuestra hacia el paisaje de la campiña inglesa, sus campos de heno, su cambiante cielo de verano. Son los paisajes de Gainsborough, y no sus retratos, los que, en palabras del gran pintor John Constable, “hacen brotar lágrimas de emoción de nuestros ojos al contemplarlos”.

Fuente: http://mirararte.blogspot.com.es/2011/10/thomas-gainsborough.html

El señor y la señora Andrews, es uno de los cuadros más reconocidos del pintor Thomas Gainsborough. Esta obra está ejecutada mediante la técnica pictórica del óleo sobre lienzo y posee unas dimensiones de 69,8 centímetros de alto por 119,4 centímetros de ancho.

"El señor y la señora Andrews" fue pintado cuando el artista británico tenía unos veinte años, concretamente en 1749.
Thomas Gainsborough es un pintor muy conocido por sus composiciones de retratos con paisajes como fondo y va a evidenciar su intención de juntar los retratos y los paisajes como un nuevo género en un solo cuadro. Hasta entonces se había colocado a los retratados en interiores de palacios y casas pero Gainsborough va a sacar al retratado al aire libre y va a dar importancia tanto al paisaje como a los personajes de la composición.
Según los expertos, el pintor británico sentía una especial predilección por pintar paisajes y es posible al contemplar sus composiciones ver el domino de la técnica en pintar paisajes que esta mucho más depurada que la técnica del retrato.
El cuadro representa a Robert Andrews y Frances Carter. Poco después del matrimonio entre ambos, Thomas Gainsborough los retrató sentados frente a un roble. Robert Andrewsaparece de pie y su joven mujer sentada, pero ambos en una postura informal.
El paisaje que aparece de fondo pertenece a la propiedad del matrimonio, una finca llamadaAuberies. No cabe duda de la situación de la finca de Robert y Frances debido al paisaje que se extiende en la composición. No cabe duda que es un paisaje de estilo inglés que es inconfundible con otro tipo de paisaje de otro sitio del mundo. En este entorno en concreto, podemos contemplar campos de trigo, árboles en grupo colinas que delimitan el horizonte y que dan sensación de profundidad en el paisaje.
Algo que llama la atención al contemplar este cuadro es que está inacabado y esto se aprecia en el regazo de Frances Carter. Se desconoce el porqué de este vacío. Algunos expertos apuntan que quizá Thomas Gainsborough tenía pensado pintar en ese hueco un animal (que ya en la composición aparecen representados varios), quizá un objeto como un libro o incluso un niño.
Finalmente en cuanto a las tonalidades hay que destacar el azul del vestido de Frances Carterque resalta por encima del resto de colores del conjunto en el que predominan los colores cálidos como el amarillo ye el verde suave.
Fuente: http://mirararte.blogspot.com.es/2011/10/thomas-gainsborough.html