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MAIVS DIES V- XI

 

DIES V – XI

 

5 de mayo. A.d. Non. Mai.  C  Lunae dies

 

ante diem III Nonas Maias, dies comitiale (C), día en que las asambleas de ciudadanos podían votar acerca de cuestiones políticas o criminales.

 

Día 25º del mes griego Mounikhion.

 

Celebración de las Targelias. Fiestas en honor de Apolo y Ártemis, en la que se conmemorab su natalicio con una procesión, se llevaba como ofrenda las primicias de la cosecha y se formaba un  agón de coros compuesto por hombres y niños. En este día se inscribía a los hijos adoptivos en la fratría del padre.

 

43 a.de C. Antonio se encuentra con las tres legiones de Ventidio en Vada Sabatia, cerca de Génova

 

 167 En Panonia, Claudio Pompeyano ubica a los veteranos en unidades auxiliares.

 

313 Muere el emperador Galerio.

 

Cayo Galerio Valerio Maximiano fue elegido césar por Diocleciano para formar parte de la tetrarquía mientras Maximiano elegía a Constancio Cloro. Galerio era hijo de un pastor que emprendió con éxito la carrera militar y fue adoptado por Diocleciano.

 

En el reparto de poder que acompañó a estas elecciones Galerio recibió la península balcánica, excepto la Tracia, al tiempo que contraía matrimonio con Valeria, la hija de Diocleciano. Tanto el augusto como el césar dedicaron parte de sus esfuerzos a consolidar los territorios orientales, emprendiendo la guerra contra los persas que habían ocupado Armenia y Mesopotamia.

 

En un primer momento Galerio sufrió una derrota de la que se resarció tiempo después ayudado por Diocleciano. La paz que puso fin al conflicto supuso la incorporación al imperio de una importante zona mesopotámica. La frontera del Danubio fue consolidada tras un enfrentamiento con pueblos de la zona. En el año 305 Diocleciano y Maximiano renuncian al poder tras haberlo ocupado 20 años. Galerio pasa a ser augusto de la zona oriental y Constancio Cloro de la occidental.

 

Galerio fue el encargado de elegir los césares correspondientes, inclinándose por Flavio Valerio Severo para occidente y Valerio Maximiano Daya para oriente. Los nombramientos no agradaron a Maximiano ni a Constancio Cloro al dejar a sus hijos Majencio y Constantino fuera de la sucesión. La crisis de la tetrarquía no tardó en aparecer, iniciándose una lucha entre los responsables del poder. La muerte de Galerio en el año 311 motivó el inicio de la segunda fase de la lucha que acabará con el triunfo de Constantino.

 

321 Constantino concede la tolerancia a los Donatistas en una carta a Verino, prefecto-diputado de Africa.

 

 1846 Nace el novelista polaco Enrique Sienkiewicz, premio Nobel de Literatura en el año 1905 y autor de la inolvidable ¿Quo Vadis?.

 

6 de mayo. Pridie Non. Mai. C  Martis dies

pridie Nonas Maias, dies comitiale (C), día en que las asambleas de ciudadanos podían votar acerca de cuestiones políticas o criminales.

 

Día 26º del mes griego Mounikhion.

 

356 a.de C. Triunfo de C. Marco Rutilio sobre los toscanos.

 

523 Muere Trasimundo, rey de los vándalos.

 

Rey de los vándalos y de los alano entre los años 496 a 523. Fue el cuarto rey del Reino Norafricano de los vándalos y reinó más tiempo que cualquier otro rey de su estirpe.

 

Era el tercer hijo de Gento, cuarto hijo de Geiserico y fue coronado rey en el 496 tan solo porque todos los hijos de Geiserico y su propio hermano, Guntamundo, murieron antes de llegar a los 40 años.

 

Al producirse la muerte de Guntamundo, el quedó como uno de los dos nietos vivos de Geiserico, heredando el trono en virtud de una ley promulgada por su abuelo otorgando la corona al mayor varón de su familia.

 

Como rey, es siempre presentado como un inútil. Bajo su mando, los vándalos continuaron su declinación que comenzó con la muerte de Geiserico, perdiendo todo control de todo lo que hoy es Argelia en favor de los bereberes. En el último año de su reinado, el importante puerto de Leptis Magna fue saqueado por los bereberes, dando más evidencias de la debilidad de los vándalos.

 

Por otra parte, parece que mantuvo un puño férreo sobre el corazóndel reino vándalos, que consistía en la moderna Túnez y el Oeste de Argelia. Asimismo terminó con muchos años de persecución a los cristianos, persecución que había comenzado con su tío Hunerico, acto éste que recompuso en parte las relaciones entre los vándalos y el imperio Bizantino.

 

Trasimundo murió en el 523 y fue sucedido por su primo Hilderico, el primogénito de Hunerico.

 

680 Muere el califa omeya Muawiya I.

 

Tras la muerte de Alí, fue proclamado califa Muawiya. Algunos lo describen como hombre despegado de su religión y atento sólo a la razón de estado, amigo de cristianos, que incluso se buscó entre ellos personas preparadas, como Sayun ibn Mansur que fue su canciller y el encargado del fisco. Pero otros lo consideran musulmán de buena fe y de amplias miras políticas y que en la expansión musulmana, veía a su vez el engrandecimiento del Islam. Supo rodearse de personas fieles que fueron grandes gobernadores y que influyeron en su política interna, entre los que destacaron: Amr gobernador de Egipto, Múgira gobernador en Kufa y Ziyad que fue gobernador en Basora, persona dura y astuta que tuvo que enfrentarse a numerosas revueltas.

 

Trasladó Muawiya la sede del califato a Siria y su corte estuvo centrada en Damasco. Se rodeó de una guardia personal y se reservó en la mezquita un recinto privado (Maqsura). Fundó la dinastía omeya, ya que el califato pasó a ser hereditario. La sucesión del califa, recaería en uno de sus hijos.

 

En Egipto y Siria respetaban su mandato, pero en el resto de los territorios había descontentos. El principal foco de oposición, lo encontró en Iraq donde tuvo que hacer frente a los jariyíes y también a los seguidores de Alí, los shiíes. A estos, había que unir el descontento de los señores de Iraq por el auge que alcanzó Siria, sede del nuevo califato y las consecuencias económicas que estos cambios podían acarrearles. El gobernador Ziyad, mantuvo una política represiva en la zona para aplacar las sublevaciones.

 

Con los seguidores de Alí, los shiíes, el califa consiguió entrar en tratos y firmar pactos.

 

Muawiya continuó con la política de expansión. Sus tropas atacaron Sicilia y el norte de África. En el oriente, Hicieron incursiones en Cabul, Bujara y Samarcanda y en el Asia Menor, conquistaron Esmirna y Cicycus. Durante varios años la escuadra musulmana, desde Cicycus, en el mar de Mármara, intentó conquistar Constantinopla, capital del estado bizantino, pero En el año 674/ 53, los bizantinos consiguieron derrotar a los árabes. La eficacia del famoso fuego griego, que parece se aplicó por primera vez en esta ocasión, destruyó muchas naves árabes y una gran tempestad ayudó a la flota bizantina a destrozar el resto de la escuadra árabe. Los bizantinos atacaron también por tierra y mermaron los escuadrones árabes. Ante esta situación, Muawiya firmó un tratado de paz con los bizantinos, en el que se comprometió a liberar a ocho mil cautivos y a pagar un tributo anual, de tres mil libras de oro.

 

Murió Muawiya en el año 680/ 60 y le sucedió su hijo Yazid I

 

1527 Saqueo de Roma por parte de los lansquenetes de Carlos V, destruyéndose gran parte de la ciudad y edificios que subsistían desde la época del Imperio.

 

El día 6 de mayo de 1527, el ejército Imperial de Carlos V, del que formaban parte unos dieciocho mil lansquenetes, muchos de ellos luteranos, toman al asalto Roma y durante semanas someten a saqueo la Ciudad Eterna. El terrible episodio, que se inscribe en la segunda guerra entre el emperador Carlos V y el rey francés Francisco I, marca el fin del papado renacentista en Italia. Los saqueos, cometidos por tropas que se habían quedado sin jefes, degeneraron en una orgía de sangre: se multiplicaban los episodios de pillaje, violaciones y torturas contra la población civil. Un texto veneciano de la época dice: "El Infierno no es nada si se lo compara con la visión que ofrece la Roma actual."

 

El humanista Erasmo de Rotterdam, por su parte, escribe: "Roma no era sólo la fortaleza de la religión cristiana, la sustentadora de los espíritus nobles y el más sereno refugio de las musas; era también la madre de todos los pueblos. Porque para muchos Roma era más querida, más dulce, más bienhechora que sus propios países. En verdad, este episodio no constituyó sólo el ocaso de esta ciudad, sino el del mundo."

 

En este segundo duelo entre Francia y el Imperio se distinguen claramente dos etapas. En la primera, el conflicto adquiere las características de un enfrentamiento entre las dos cabezas supremas de la cristiandad, el máximo poder espiritual, Clemente VII, y el máximo poder temporal, Carlos V. Se combate en Italia. Las tropas francesas apenas intervienen. En la segunda parte, entra en lid nuevamente Francisco I. Se trata de dilucidar definitivamente quién va a ser el dueño de Italia.

 

Al comenzar las hostilidades, el ejército imperial con base en Italia se encuentra en condiciones de franca inferioridad. El duque de Milán ha arrojado de la ciudad a los imperiales. Lodi se pierde también. Frente a los 10.000 hombres que manda el condestable de Borbón se aprestan las tropas mucho más numerosas de los aliados.

 

El 20 de septiembre las tropas españolas se presentan frente a los muros de Roma; finalmente entran en la ciudad. El Papa tiene que refugiarse en el castillo de Sant'Angelo. Asustado ante el saqueo que llevaron a cabo los soldados en la misma Iglesia de San Pedro, Clemente VII accede a firmar una tregua de cuatro meses.

 

Hugo de Moncada, dándose por satisfecho, se retira de Roma, llevándose como rehenes a dos cardenales, sobrinos del Papa. Pero Clemente no respetó la tregua.

 

Entretanto, las tropas del condestable de Borbón se encaminan hacia Roma. Borbón, como representante del emperador en Italia, iba dispuesto a obligar al Papa a cumplir las condiciones estipuladas. Con él iban el capitán Jorge de Frundsberg con sus tropas alemanas, los lansquenetes, unos 18.000 hombres, entre los que no faltaban muchos luteranos, gentes para quienes el Papa era el mismísimo Anticristo. Junto a los 10.000 españoles, los 6.000 italianos, los 5.000 suizos y los 6.500 jinetes que integraban las fuerzas de caballería, el ejército del condestable de Borbón venía sobre la Ciudad Eterna como un nublado. Parte de ellos quedaron con Leyva guarneciendo el Milanesado; mas el grueso del ejército (cerca de 30.000 hombres) ya estaba en marcha hacia el sur. Conforme avanzaban, se les iban uniendo gentes extrañas, aventureros, oportunistas, que acudían al olor del botín. Por eso se ha comparado la marcha de aquel ejército al avance de una bola de nieve que crece y crece conforme rueda.

 

El Papa, entretanto, hacía y deshacía las treguas con una inconsciencia demencial. Apenas recibía noticias de que algún aliado proyectaba enviarle socorro, rompía los pactos, para volver a rehacerlos al ver que los socorros no llegaban.

 

  "Quebrantando cien veces su palabra siempre que recibía alguna noticia esperanzadora de llegada de refuerzos franceses, parecía confiar, en último término, en detener con un gesto pacífico la marcha de sus enemigos."

 

A finales de marzo, los imperiales estaban acampados cerca de Bolonia. La tropa se desesperaba. Habían tenido que soportar los rigores de un crudo invierno; las soldadas tardaban en pagarse; la noticia de que se trataba de ajustar una tregua a sus espaldas les exasperó. Estallaron los motines.

 

Frundsberg, confiado en tranquilizar a sus soldados con una arenga, tuvo que soportar una rechifla tan monumental que murió del disgusto. La soldadesca quería resarcirse de las penalidades sufridas con el botín que le esperaba en las ricas ciudades de Italia. Intentando frenar el alud, Clemente VII ofreció a Borbón 60.000 ducados. Borbón, presionado por las tropas, pidió 240.000.

 

El Papa regateó y el condestable respondió subiendo su propuesta a 300,000 ducados.

 

Clemente no estaba en condiciones de ofrecer aquella suma, y el pueblo romano mucho menos aún, desconfiando más incluso que sus enemigos de la palabra del Papa. Se intentó una colecta entre los romanos. El más rico de ellos no aportó más de 100 ducados. Presas del pánico, los patricios y los cardenales se apresuraron a ocultar sus tesoros y a huir de Roma.

 

Señores hubo que reclutaron tropas privadas para poner guardia a sus propios palacios.

 

No era posible organizar una defensa conjunta. Renzo di Ceri, encargado por el Papa de coordinar los esfuerzos y dirigir la defensa, demostró su incapacidad descuidando tomar las más elementales medidas defensivas. NI siquiera se pensó en destruir los puentes del Tíber, operación que habría impedido a los atacantes penetrar en el corazón de la ciudad. Sabiendo que el ejército imperial venía sin artillería y encontrándose ellos bien artillados, llegaron incluso a rechazar la ayuda que precipitadamente le ofrecieron algunos de los capitanes de la liga.

 

  "En 1527 -escribe Gregorovius-, los descendientes de aquellos romanos que en un tiempo habían rechazado desde sus murallas a poderosos emperadores, no conservaban ya nada del amor por la libertad y de las viriles virtudes de sus progenitores. Aquellas cuadrillas de siervos del clero, de delatores, de escribas y fariseos, la plebe nutrida en el ocio, la burguesía refinada y corrompida, privada de vida política y de dignidad, la nobleza inerte y los millares de sacerdotes viciosos eran semejantes al pueblo romano de los tiempos en que Alarico había acampado ante Roma."

 

A primeros de mayo, el ejército imperial acampa frente a los muros cercanos al barrio del Vaticano, la llamada Ciudad Leonina, donde se hallaban los palacios pontificios la fortaleza de Sant'Angelo (unida al Vaticano por un pasadizo amurallado) y la basílica de San Pedro.

 

El 6 de mayo, durante la noche, cayó una espesa niebla sobre la ciudad. Apenas clareó, comenzó el ataque a la misma. La niebla Impedía ver a los asaltantes La artillería disparaba al azar desde Sant'Angelo, Los Imperiales adosaron sus escalas a los muros entre el estruendo de la arcabucería, Tiempo adelante, el famoso escultor y aventurero florentino Benvenuto Cellini, que por aquellos días se encontraba en Roma y participó en la defensa de la ciudad, contaría en su vida un incidente ocurrido en el sector donde luchaba él:

 

  "Vuelto mi arcabuz donde yo veía un grupo de batalla más nutrido y cerrado, puse en medio de la mira precisamente a uno que yo veía levantado entre los otros; la niebla no me dejaba comprobar si iba a caballo o a pie. Me volví inmediatamente a Lessandro y a Cecchino, les dije que disparasen sus arcabuces... Hecho esto por dos veces cada uno, yo me asomé a las murallas prestamente, y vi entre ellos un tumulto extraordinario. Fue que uno de nuestros golpes mató a Borbón; y fue aquel primero que yo veía elevado por los otros, según lo que después comprendí."

 

En efecto. el condestable de Borbón, mortalmente herido, había caído de una escalera gritando:

 

 

 

  "Ah, Virgen Santa, soy hombre muerto."

 

   

 

La noticia se difundió rápidamente tanto entre los asaltantes como entre los defensores. Éstos, creyendo que habían conseguido ya la victoria, descuidaron de momento la defensa, Aquéllos, enfurecidos por la muerte de su general y descontrolados al faltarles su jefe, se lanzaron con mayor brío aún al asalto de Roma. Los Alféreces españoles, con sus banderas a cuestas, fueron los primeros en saltar el muro, a los gritos de "¡España!, ¡Imperio!".

 

  "Que detrás de ellos -cuenta Pedro Mexía- las otras naciones hizieron lo mismo. La victoria es cosa cruel y desenfrenada; pero ésta fuelo más que otra, porque la indinación de la gente de guerra contra el papa y cardenales hera grande por las ligas pasadas, e por el quebrantamiento de la tregua de D. Hugo, por los grandes trabajos que en el camino habían pasado, e sobre todo por faltarle el Capitán General, que pudiera templar la furia de los soldados e poner orden en las cosas. De manera que, indignados y desenfrenados, sin piedad matavan y herían a cuantos pudieron alcanzar, siguiendo el alcance hasta las puentes del río Tíber, que divide el burgo donde está el palacio sacro y la iglesia de San Pedro, de la cibdad, asta se apoderar de todo él; lo qual hizieron en muy breve espacio. E lo saquearon e robaron todo."

 

El Papa, que estaba orando en San Pedro, escapó de la basílica en el momento justo en que los imperiales hundían las puertas a hachazos y mataban a los guardias suizos que lo defendían. Por el pasadizo anteriormente mencionado, Clemente VII se refugió en Sant'Ángelo, junto a algunos cardenales y obispos que estaban con él. Renzo di Ceri también se refugió allá, con 500 guardias suizos. En adelante, la guardia suiza conmemoraría hasta nuestros días su defensa de Vaticano, celebrando cada 6 de mayo la jura de bandera de los nuevos miembros de la guardia.

 

El mediodía trajo un descanso a los asaltantes. El príncipe de Orange, que se había hecho cargo, entretanto, del mando supremo del ejército, dio la orden de continuar el asalto apenas terminaron de comer. Los puentes del Tíber fueron atravesados y continuó la lucha en el resto de la ciudad:

 

  "Y tras esto, sin hacer diferencia de lo sagrado ni profano, fue toda la ciudad robada y saqueada, sin quedar casa ni templo alguno que no fuese robado, ni hombre de ningún estado ni orden que no fuese preso y rescatado. Duró esta obra seis o siete días, en que fueron hechas mayores fuerzas de insultos de lo que yo podía escribir. Y de esta manera fue tomada y tratada la ciudad de Roma, permitiéndolo Dios por sus secretos juicios; verdaderamente, sin lo querer ni mandar el Emperador, ni pasarle por el pensamiento que tal pudiera suceder. Y éste fue el fruto que sacó el papa Clemente, por la pertinencia y dureza que tuvo en ser su enemigo".(P.Mexía)

 

Durante el día 6 de mayo, el esfuerzo por conquistar la ciudad no permitió la organización metódica del saqueo. Los mayores destrozos los causaron los incendios provocados para quebrantar la resistencia de los defensores. Pero aun así se cometieron actos de extremada crueldad, que no se explican sino por el deseo de infundir el terror al resto de la población. La soldadesca penetró en el hospital del Espíritu Santo y asesinó a los enfermos que en él se alojaban. Aquella noche, los capitanes imperiales lograron reagrupar a sus hombres.

 

Los españoles se concentraron en la plaza Navona. Los alemanes, en Campo del Fiori. El cuerpo del Condestable había sido trasladado, entretanto, a la capilla y colocado en un catafalco. A media noche se dio la señal de romper filas. Entonces comenzó la orgía de sangre. De los cincuenta y cinco mil habitantes que Roma contaba, sólo quedó poco más de la mitad. El resto logró escapar o fue asesinado. El total de las pérdidas materiales sufridas alcanzó la cifra, astronómica en aquellos tiempos, de diez millones de ducados.

 

Los palacios de los grandes fueron saqueados, tanto los de la nobleza como los de los eclesiásticos. Los que ofrecieron resistencia fueron borrados con minas o flanqueados a cañonazos. Algunos se salvaron del saqueo pagando fortísimo su rescate.

 

Pero los palacios respetados por los alemanes fueron saqueados por los españoles, y viceversa. No se respetaron los de los próceres partidarios del emperador, que habían permanecido en Roma pensando que nadie les molestaría. La iglesia nacional de los españoles (Santiago, en la plaza Navona) y la de los alemanes (Santa María del Ánima) fueron saqueadas. Se violaron las tumbas en busca de joyas.

 

La de Julio II fue profanada. Las cabezas de los apóstoles San Andrés y San Juan, la lanza Santa, el sudario de la Verónica, la Cruz de Cristo, la multitud de reliquias que custodiaban las iglesias de Roma..., todo desapareció. Los eclesiásticos fueron sometidos a las más ultrajantes mascaradas. El cardenal Gaetano, vestido de mozo de cuerda, fue empujado por la ciudad a puntapiés y bofetadas. El cardenal Ponzetta, partidario del emperador, también fue robado y escarnecido. Otro, Numalto, tuvo que hacer el papel de cadáver en el macabro entierro que organizaron los lansquenetes. Las religiosas corrieron la misma suerte de muchísimas otras mujeres, e incluso niñas de diez años, en manos de la soldadesca lasciva. Muchos sacerdotes, vestidos con ropas de mujer, fueron pasados y golpeados por toda la ciudad, mientras los soldados, vestidos con los ornamentos litúrgicos, jugaban a los dados sobre los altares o se emborrachaban en unión de las prostitutas de la ciudad.

 

  "Algunos soldados borrachos -cuenta Gregoribus- pusieron a un asno unos ornamentos sagrados y obligaron a un sacerdote a dar la comunión al animal, al que previamente habían hecho arrodillarse. El desventurado sacerdote engulló todas las sagradas formas antes de que sus verdugos le dieran muerte mediante tormento."

 

Muchas iglesias y palacios (así la basílica de San Pedro y los palacios del Vaticano) fueron convertidos en establos. Las bulas y los manuscritos de las ricas bibliotecas romanas fueron a parar a los presentes. Los soldados destrozaron multitud de obras de arte. El famoso fresco de Rafael conocido como "la escuela de Atenas" quedó deteriorado por los lanzados de los lansquenetes. Uno de ellos grabó sobre el una frase que expresaba perfectamente los ánimos de su autor: "vencedor el emperador Carlos y Lutero". Lutero, en efecto, fue proclamado papa en aquellos días por los soldados alemanes.

 

  La situación de los que se encerraron en Sant'Ángelo era bastante desesperada. La carne de burro se reservó como bocado exquisito para los obispos y los cardenales. Los soldados sitiados colgaban niños, atados con cuerdas por los muros para que se recogiese de los fosos las hierbas que allí crecían. Los imperiales, desde las trincheras que abrieron alrededor del Castillo, mataron camuflados a muchos de ellos. Un capitán estranguló con sus manos a una vieja que llevaba al papa un poco de lechuga.

 

El príncipe de Orange, a los tres días del asalto había dado la orden de interrumpir el saqueo, pero nadie le obedeció. Únicamente pudo evitar que no fuese saqueada la Biblioteca Vaticana, gracias a que se estableció en ella su residencia. La noticia de lo ocurrido llegó a España "precedida y desconectada de mil falsos rumores, creando una atmósfera tempestuosa y revolucionaria" (Bataillon). Al año siguiente la Inquisición abrió un proceso contra el doctor Eugenio Torralba, acusado de hechicería. Según decía Torralba, él había sido el primero en conocer lo ocurrido y en difundir lo por España. Casi un siglo después, Cervantes recogería los ecos de este incidente en la segunda parte del Quijote, capítulo XLI:

 

  "No hagas tal -respondió don Quijote-, y acuérdate del verdadero cuento del licenciado Torralba, a quien llevaron los diablos en volandas por el aire, caballero en una caña, cerrados los ojos, y en doce horas llegó a Roma, y se apeó Torre de Nona, que es una calle de la ciudad, y vio todo el fracaso y asalto de muerte de Borbón, y por la mañana ya estaba de vuelta en Madrid, donde dio cuenta de todo lo que había visto."

 

Estas singulares "revelaciones", dentro de su evidente inverosimilitud, no dejan de tener valor como testimonio de un fenómeno de sugestión colectiva que acompañó al conocimiento de lo ocurrido en Roma. Carlos se encontraba por aquellos días ocupado en la preparación de las cortes que habían de reunirse en Valladolid, de las que esperaba conseguir los créditos que necesitaba para acudir en ayuda de su hermano, amenazado por los turcos, y para proseguir su política imperial.

 

Al conocer la noticia, Carlos se vistió de luto. Ordenó que se suspendieran las fiestas con que se celebraban el nacimiento de su hijo Felipe. Dispuso unos solemnes funerales por el alma del condestable de Borbón. Escribió cartas explicativas a los demás soberanos de Europa. Aunque se alegró de la victoria obtenida, "le pesó en el alma y mostró gran sentimiento de que hubiese sido con tanto daño de aquella ciudad y prisión del papa".

 

La opinión pública europea quedó perpleja. Entre los amigos de Carlos, no faltaron quienes, como Luis Vives, manifestaron su opinión favorable a lo ocurrido:

 

  "Cristo ha concedido a nuestro tiempo -escribía Vives en griego, para hacer más confidenciales sus palabras y la más hermosa oportunidad para esta salvación, por las victorias tan brillantes del emperador y gracias al cautiverio del papa."

 

Otros, sin embargo, aún perteneciendo al círculo de colaboradores del emperador, no dejaron de mostrar su preocupación por lo ocurrido. El mismo Alfonso de Valdés, en una carta que escribió a su amigo Erasmo en aquellos días, se expresaba de la siguiente manera:

 

  "De La toma de Roma no te escribiré nada. Sin embargo, me gustaría saber qué crees que debemos hacer nosotros en presencia de este gran acontecimiento, tan inesperado, y las consecuencias que esperas de él."

 

La Liga Clementina reaccionó violentamente. Francia e Inglaterra enviaron embajadores exigiendo la liberación del Papa, la restitución del Milanesado y el castigo de los responsables del saqueo de Roma. Al mismo tiempo un ejército francés, mandado por Lautrec, penetraba en Italia. Lo componían cerca de 65.000 hombres. Génova cayó en sus manos. Nápoles ya parecía al alcance de sus propósitos: los barones napolitanos, esperando la llegada de los franceses de un momento a otro, se levantaron contra el poder imperial. En Roma se encontraba todavía el ejército de Orange, diezmado por las deserciones, la peste y el hambre. Poco más de 15.000 hombres. La indisciplina de los soldados y la dispersión del mando en muchas cabezas hizo sumamente difícil levantar el campamento y marchar sobre Nápoles, donde debían esperar a los franceses. El Papa, poco antes, se había rendido por fin al virrey de Nápoles, después de entregar varias fortalezas y 400.000 ducados para ejército.

 

En la primavera de 1528, las tropas imperiales se encontraban situadas en Nápoles. La flota Genovés de los Doria impedía la llegada de abastecimientos y auxilios por mar. Ejército de Lautrec dominaba en tierra firme. Hugo de Moncada, virrey de Nápoles desde la muerte de Lannoy, intentó romper el bloqueo marítimo, con tan mala fortuna que halló la muerte en el intento.

 

Mas de la noche a la mañana, la buena estrella de Carlos brilló de nuevo. Andrea Doria, convencido por el marqués de Vasto, abandonó a Francisco I y se unió al campo imperial. Dejando la bahía de Nápoles, se dirigió con su escuadra a Génova, la arrebató a los franceses y la puso al servicio de Carlos. Entretanto, la peste se declaró en el ejército de Lautrec. Cada día morían centenares de soldados. El propio Lautrec se sintió contagiado, si bien él afirmaba:

 

  "Que no moría por estar herido de pertinencia, si no de puro enojo por ver cuán parcial se mostraba la fortuna con los del emperador y cuán contraria al ejército del Rey de Francia" (Santa Cruz).

 

La victoria de los imperiales sobre los franceses fue rotunda. Cuando, afligidos por tantos contratiempos, se retiraban hacia el norte, el ejército de Orange cayó sobre ellos y los derrotó.

 

En julio de 1529 termina la guerra. El papa y el emperador se reconcilian por el tratado de Barcelona. Clemente VII aceptaba recibir a Carlos en Italia y coronarle emperador. Francisco I, derrotado y abandonado, tuvo que aceptar las condiciones que su adversario impuso. El 3 de agosto de 1529 se firmaba el tratado de Cambray, conocido también como "la Paz de las Damas", por haberla negociado la gobernadora de Flandes, Margarita de Borgoña, tía paterna de Carlos, y Luisa de Saboya, madre de Francisco I. Carlos, aun sin renunciar a sus derechos sobre Borgoña, se comprometía a no urgir su devolución. Francisco Sforza volvió nuevamente a Milán como feudatario imperial. El Rey de Francia retiraba sus pretensiones sobre Milán, Génova y Nápoles irreconocible a la completa soberanía de Carlos sobre Flandes y Artois. Francisco I había perdido todas las esperanzas de encontrar aliados en cualquier otro reino de la Cristiandad. No le quedaba más que un recurso: negociar una alianza con los turcos en contra del emperador. Al fin y al cabo, pensaba, no menos reprochable había sido el comportamiento de Carlos atacando al Papa y saqueando su ciudad. Esta nueva orientación de la política francesa obligaría también a Carlos a un replanteamiento de la suya propia.

 

 7 de mayo. Non. Mai.  F  Mercurii dies

Nonas Maias, dies fasti (F), día en el cual se permiten las acciones legales.

Día 27º del mes griego Mounikhion

En este día se celebraba en Grecia la festividad de Thargelia, en honor de Apolo y en la isla de Delos, que era su lugar natal. Esta fiera era considerada la Fiesta del chivo expiatorio o "phármakos". Cuando la ciudad ha sufrido alguna calamidad, se sacrifica una víctima para los hombres y otra para las mujeres. La primera lleva alrededor del cuello una ristra de higos negros, y la segunda, blancos.

 

Esta fiesta se realiza en honor de Apolo, rival de Dionisos, dios vegetal representado también por la higuera.

 

358 a.de C. Triunfo de C. Sulpicio Pético sobre los galos.

 

685 Muere Marwan I ibn al-Hakam, cuarto califa omeya.

 

Durante su corto mandato, Marwan I, solo logró gobernar en Siria y Egipto, ya que el resto de la umma, se encontraba en rebeldía. Los jariyíes establecieron un estado independiente en Arabia central. En Irán e Iraq, hubo también revueltas de jariyíes y los shiíes se sublevaron para vengar la muerte de Husayn y favorecer la candidatura de otro de los hijos de Alí. A su vez, ibn al Zubayr, era reconocido como califa en el Hiyaz.

 

No tuvo tiempo el califa para enfrentarse y reprimir estas rebeliones, pues falleció, se cree que asesinado por su esposa, antes de cumplir los dos años de mandato.

 

1941 Muere Sir James Frazer, antropólogo escocés, autor de la importante obra La Rama Dorada (The Golden Bough).

 

(1854-1941) Antropólogo escocés, nacido en Glasgow el 1º de Enero de 1854 y muerto en Cambridge. Alumno de las universidades de Glasgow y Cambridge, fue profesor de antropología social en la Universidad de Liverpool. Su famosa obra The Golden Bough (2 vols., 1890), que estudia de manera exhaustiva los mitos, cultos, costumbres y vida familiar de la antigüedad, constituye una fuente importante de la antropología.

 

En el prefacio de la edición resumida en un volumen (preparada por el autor en 1922) expresa su propósito de brindar una explicación de la notable norma que reguló la sucesión al sacerdocio de Diana en Aricia. De este sencillo problema surgió una investigación que se ramificó en tantas direcciones que la obra originaria fue ampliada hasta abarcar 12 volúmenes. Más específicamente, The Golden Bough trata de la dendrolatría, los dioses humanos encarnados, los tabúes, las víctimas propiciatorias, el control mágico del tiempo, la influencia de los sexos en la vegetación, los mitos y dioses agrícolas (bases de muchas religiones primitivas), la magia y la religión. Consideró la magia afín a la religión y a la ciencia en muchos respectos. Los mecanismos de la magia actúan uniformemente, logrando resultados uniformes automáticos; por ello llama a la magia «ciencia primitiva».

 

Sostuvo que el temor a los muertos fue probablemente la fuerza más poderosa en la creación de las religiones primitivas.

 

 8 de mayo. Postridie Non. Mai. F  Iovis dies

ante diem VIII Idus Maias, dies fasti (F), día en el cual se permiten las acciones legales.

 

Día 28º del mes griego Mounikhion

En este día se honraba a Mens, personificación del pensamiento, de la conciencia.

 

Nacimiento de Edward Gibbon (277º aniversario)

 

En 1737 nació, cerca de Londres, el que sería considerado el primer historiador moderno y uno de los más influyentes de su tiempo.

 

9 de mayo. A.d. VII  Id. Mai.  N  Veneris dies

ante diem VII Idus Maias, dies nefastus, día en el cual no se pueden realizar negocios públicos según la ley religiosa.

 

Día 29º del mes griego Mounikhion. a del muerto continuaba viviendo en la tumba donde yacía el cadáver. Por esto enterraban con él alimentos, armas y joyas y, a veces, sacrificaban sobre ellas a su mujer y a sus esclavas. Pero estas ofrendas no eran siempre suficientes. Los muertos eran espíritus celosos y maléficos y volvían a la luz para robar alimentos o beber la sangre humana que debía reanimar su lánguida existencia.

 

Los días 9, 11 y 13 de mayo se celebraban las fiestas Lemurias, para conjurar a los Lemures, las almas de los muertos.

 

Parece ser que estas “fiestas” fueron instituidas por Rómulo, al menos ese dice la tradición.

 

Su carácter ancestral viene testimoniado por la diferencia entre animismo y antropomorfismo de las religiones griega y romana arcaicas, los romanos no creían en dioses a los que se les pudiera atribuir una forma o un rostro y los griegos sí.

 

Efectivamente, no hay representaciones plásticas de los Lemure

 

Los pueblos indoeuropeos creían que el fantasm s, con lo que podemos deducir que no son un espíritu o deidad griega adoptada

 

Los paterfamilias romanos se tenían que levantar a medianoche para realizar una serie de ritos de carácter apotropaico, para rescatar a los ocupantes de la casa arrojando un puñado de habas negras por la espalda y para expulsar a los espíritus de los antepasados golpeando un objeto de bronce.

 

Este es el ritual:

 

- Hay que ir sin ningún nudo en los pies. Se puede ir calzado, pero sin anudar los cordones.

 

- Esparcir un poco de polenta (harina tostada) con los dedos.

 

- Introducir los dedos en la polenta y sacudirlos. Lavarse despues las manos con agua y arrojar hacia atrás nueve habas negras.

 

- Hay que arrojarlas mientras se dice la oración: haec ego mitto, his redimo meque meosque fabis.

 

No se debe mirar hacia atrás en todo el proceso.

 

Después, lavarse de nuevo las manos, sólo con agua.

 

Entonces se coge un cacharro de bronce con el que se golpea de nuevo nueve veces
mientras se dice a cada golpe: manes exite paterni.

 

Esta es la imprecación a los Lemures en una cita de Ovidio, Fasti. 5. 434
De aquí cuando Héspero muestre sus rostros hermosos

 

tres, los astros vencidos cedan lugar a Febo, [tres veces,

 

habrá de sacrificio un viejo rito, nocturnos Lemurios:

 

aquéllos a tácitos manes darán exequias.

 

Más breve era el año, ni habían sabido aún pías februas,

 

ni tú eras de los meses jefe, biforme Jano:

 

ya empero a extinta ceniza sus dones llevaban,

 

y el nieto expiaba tumbas de sepultado abuelo.

 

Mayo era un mes, por nombre de mayores llamado,

 

que de antigua costumbre tiene también hoy parte.

 

Cuando media noche ya sea, y den silencios los sueños

 

y canes y variadas aves hayáis callado,

 

recordador aquél del viejo rito y con temor de los dioses

 

surge; sus dos pies no tienen ningunos vínculos:

 

y juntando los dedos con medio pulgar hace señas,

 

porque no leve sombra se le presente tácita.

 

Y cuando en la onda de la fuente bien lavó puras sus manos,

 

se vuelve y antes toma las habas negras,

 

y vuelto las lanza. Mas mientras las lanza: "¡éstas yo envío,

 

con estas habas —dice-- redimo a mí y los míos!"

 

Nueve veces dice esto y no voltea. Se piensa que júntalas

 

la sombra y que atrás sigue sin que la vea nadie.

 

Toca de nuevo el agua, y los temeseos bronces sacude,

 

y ruega, porque de sus techos la sombra salga.

 

Tras decir nueve veces: "salid manes paternos", voltea

 

y juzga acabados con puridad los ritos.

 

De dónde el día fue llamado, del nombre qué origen

 

se me escapa. Por algún dios encontrarlo debo.

 

A medida que la civilización progresó, los romanos se habituaron a considerar a los difuntos como miembros de la familia que vivían en una especie de ciudad de los muertos. Hubo entonces deberes que cumplir para con ellos: ofertas de miel, leche y aceite, guirnaldas y rosas, y celebración de una comida, a la cual invitaban al muerto, pedían su bendición y se despedían de él con estas palabras dirigidas al alma desde entonces bienaventurada: Salve, sancte parens ("Salud, oh, padre santo").

 

Esta comida fúnebre era conocida como Novembiale. El 22 de febrero toda la familia se reunía de nuevo en la casa para un convite común (fiesta de las Parentalias).

 

Los muertos divinizados, con una denominación aduladora, los manes, (que significa "los buenos"), además de dioses protectores de la familia, eran protectores de los sepulcros, de donde viene la fórmula Dis manibus, que se escribe con las siglas D.M. en los epitafios.

 

 En Grecia, en este día se celebraba la fiesta de Artemisa, la Diana Romana.

 

45 a.de C. Cicerón recibe una copia del libro de Hircio, escrito contra el Catón de Cicerón.

 

1805 Muere Friedrich Schiller, poeta e historiador alemán, inmortalizador de la antigüedad griega en sus poesías.

 

Johann Christoph Friedrich Schiller, nació el 10 de Noviembre de 1759 en Marbach (Württenburg) y murió en Weimar. Poeta, dramaturgo, historiador y primer filósofo del arte alemán. Hijo de un modesto cirujano, se vio obligado a estudiar medicina en una academia médica militar de Stuttgart. Ejerció como médico militar, pero su auténtica vocación era la literaria. Muy influído por Rousseau y por las lecturas de Schakespeare, Lessing y Klopstock , desertó para estrenar su primera obra de teatro: Los bandidos, considerada a veces como una proclama del anarquismo revolucionario. A partir de este momento pasó a dedicarse el resto de su vida a la poesía y el teatro, aunque aunó estas actividades con su estudio de la historia y de lo estético. A partir de 1795 entró en contacto con August Wilhelm Schlegel, que colaboró con él en la revista «Horen».

 

Vivió en Manheim, Leipzig, Dresde y Weimar, donde trabó amistad con Herder, Wieland y Goethe. Posteriormente accedió a un puesto docente de historia en la universidad de Jena, donde ejerció hasta 1799. Durante esta época escribió ¿Qué significa la historia universal y por qué la estudia el hombre?, que junto con sus Cartas sobre la educación estética de la humanidad, en plena sintonía con el espíritu del Sturm und Drang tuvieron una gran influencia sobre Hölderlin, Schelling y Hegel. Por otra parte, su Himno a la alegría inspiró la novena sinfonía de Beethoven. Uno de los hechos decisivos en su orientación fue el conocimiento de la Crítica del juicio de Kant, que tuvo una inmensa influencia en su orientación filosófica y estética. De nuevo en Weimar, ya retirado, prosiguió sus trabajos como dramaturgo y teórico de la estética.

 

Defendió los ideales de la revolución francesa, aunque el posterior establecimiento del período del terror jacobino le desilusionó. No obstante, atribuyó el fracaso de la revolución y de la consecución plena de sus ideales a la falta de educación humana para la libertad. Esto le impulsó a considerar que el arte, y en particular el teatro, deberían ser entendidos como instrumentos de la educación liberadora de la humanidad. Esta preocupación por la libertad fue el núcleo alrededor del cual giró toda la producción poética, teatral y todos los ensayos de Schiller, pero también de los filósofos del idealismo alemán, que recibieron una gran influencia de este autor.

 

En su concepción de la historia, tal como se plasma en sus poemas y obras teatrales, aparece una reivindicación de la antigüedad griega, aunque no se trata de una simple nostalgia, sino que para Schiller la antigua Grecia representa la infancia de la humanidad, una época de armonía indiferenciada entre los hombres, los dioses y la naturaleza. Según él, el despliegue de la historia es el progresivo abandono de aquella armonía que estaba cimentada en un ideal de comunidad, pérdida de armonía inicial que fue históricamente necesaria para dar lugar a la lenta emergencia del sujeto. Pero Schiller considera que ya es hora de alcanzar una nueva armonía basada en el pleno desplegamiento de todas las facultades humanas, capaz de conjuntar la plena libertad del sujeto con la moralidad y los intereses de la comunidad.

 

En este proceso de consecución de una nueva armonía superadora de la escisión y desgarramiento en que vive la humanidad juega un papel primordial la estética, ya que sintetiza los impulsos sensibles con los impulsos intelectuales y formales del hombre, en una especie de impulso de juego concebido como una manifestación de los impulsos sensibles que, no obstante, están sometidos a la disciplina de las reglas. De la misma manera, el hombre, que está sometido al doble movimiento del determinismo de la naturaleza y la libertad de la voluntad, debe someter la naturaleza sin sacrificarla, e instalarse en una segunda naturaleza, propiamente humana, que es la moralidad, de la que lo estético aparece como condición. Schiller formuló también la noción del alma bella, caracterizada por un gran sentimiento moral.

 

Obras principales de Schiller : Ensayo sobre la relación entre la naturaleza animal y la espiritual del hombre, 1785. El teatro como institución moral, 1785. El arte trágico, 1791, De la gracia y de la dignidad, 1793. De lo sublime, 1793. Calias o de la belleza, 1793. De la utilidad moral de las costumbres estéticas, 1793. Cartas sobre la educación estética del hombre, 1795. De la poesía ingenua y sentimental, 1795-6.

 

1873 Nace el arqueólogo británico Howard Carter.

 

Howard Carter nació el 9 de mayo de 1873 en la ciudad inglesa de Kensington y desde pequeño sintió pasión por la egiptología. Fue recomendado al Museo Británico y en 1891 se incorporó a unas excavaciones el El Amarna.

 

Participó en el equipo Misión Arqueológica en Egipto de 1891 a 1899. En el año 1892 ayudó al egiptólogo británico sir Flinders Petrie en la excavacion de Tell el-Amarna (Egipto). Además fue destinado como inspector jefe del Departamento de Antigüedades del gobierno egipcio.

 

En 1902, Theodor Davis, norteamericano, obtuvo un permiso del gobierno egipcio para realizar excavaciones en el Valle de los Reyes. Los 12 años que disfrutó de esta concesión fueron fructíferos, y descubrió sepulcros como los de Siptah, Tutmosis IV y Horemheb, y halló la momia y féretro del gran rey hereje (o reformador religioso) Amenofis IV, esposo de Nefertiti.

 

En 1914, la concesión cambió de manos, yendo a las de los ingleses Howard Carter y su gran amigo Lord Carnarvon. Dedicaron los cinco años siguientes a una infructuosa búsqueda en el Valle.

 

Lord Carnarvon nos devuelve en cierto la modo la figura elegante de Vivant Denon. Se trataba de un gentleman muy británico, con aire deportivo, un poco dandy y gran viajero.

 

El hombre de mundo sentía inclinación por las antigüedades y se había convertido en un coleccionista apasionado y buen conocedor. Además, poseía el tercer automóvil que rodó con matrícula por la Gran Bretaña y era un gran deportista. Cuando hereda una fortuna tiene 23 años y se va a dar la vuelta al mundo en un velero. Un accidente de coche le deja secuelas respiratorias y, por prescripción facultativa, decide aunar sus aficiones arqueológicas y la conveniencia de su salud yéndose a Egipto.

 

Sin embargo, tenía deficiencias en su formación; para suplirlas, Maspéro le presenta a Howard Carter.

 

Carter comenzó su carrera como dibujante con Petrie, Maspéro y otros. Era ya un hombre prestigioso, y a su experiencia como excavador unía una innegable audacia que le daba un valor añadido. La colaboración entre estos dos hombres, a los que separaba una diferencia de edad considerable a favor (o en contra, según se mire) de Lord Carnarvon, fue excepcional y muy fructífera.

 

Por aquel entonces, los estudiosos estimaban que cuanto se podía descubrir en el Valle de los Reyes se había descubierto ya. Una misión tras otra, apresuradas y sin un plan fijo muchas de ellas, habían arrojado cascotes sobre lo descubierto en la expedición anterior.

 

Aquello era como una inmensa área de derribos cuando los dos hombres se propusieron excavar con método. Decidieron limpiar meticulosamente un área triangular comprendida entre las tumbas de Ramsés VI, Merneptah y Ramsés II. Así lo hicieron, pero la tumba del primero de ellos recibía gran afluencia de visitantes, y, para no molestarlos, decidieron no continuar sus excavaciones en las inmediaciones de su entrada; por cierto que, junto a ella, habían encontrado unas chozas de obreros de pedernal correspondientes a la XX dinastía.

 

Pasan así tres años más sin fruto, y decidieron que no dedicarían más que el siguiente año al Valle. Pasaron, al fin, a despejar el último vértice del triángulo, donde estaban las chozas de pedernal. Lord Carnarvon se había ido a Gran Bretaña. Empiezan a excavar el 3/11/1922, y al día siguiente, bajo la primera choza, bajo una grada de piedra, descubren la tumba de Tutankamón.

 

Retiran una grada tras otra, y llegan a una puerta cerrada, tapada con argamasa y sellada. ¡Si está sellada, es que contiene un enterramiento, y que este no ha sido violado! En ese momento, como signo de respeto y consideración, Carter decide no continuar antes de avisar a Lord Carnarvon y esperar más de quince días su llegada. Al explorar la tumba, se encontraron con que había sido saqueada. Pero que el saqueo había sido apresurado, y que la mayor parte estaba intacta.

 

Hubo una respuesta de colaboración incondicional por parte de todos los hombres de ciencia de la comunidad internacional, que ofreció su ayuda con mucho entusiasmo y, cosa rara, desinteresadamente en algunos casos. Esto da indicio de la fascinación que produjo el descubrimiento, que ya por entonces producía el Antiguo Egipto, y que no ha cesado de agigantarse hasta nuestros días.

 

Los científicos estudiaron desde las ofrendas florales hasta los materiales empleados para embalsamar al faraón. Por la osamenta, establecieron que había fallecido entre los 17 y los 19 años.

 

Es comprensible la sensación que aquello provocó: era el mayor, más rico e impresionante de los tesoros arqueológicos descubiertos jamás. Había tesoros por doquier: en la antecámara, en las cámaras laterales y en la cámara del tesoro, llena hasta arriba de estatuas, sarcófagos en miniatura, modelos de barcos... Por último, la cámara sepulcral con los 4 sarcófagos superpuestos de madera dorada, que contenían 4 ataúdes encajados uno dentro de otro. El último, de oro macizo, albergaba en su interior la momia del faraón y su famosa máscara de oro con oscuros ojos de vidrio.

 

Para empañar la bella relación de amistad y colaboración, Carter y Carnarvon tuvieron diferencias entre sí y con los gobiernos inglés y egipcio a la hora de determinar la parte que de aquello correspondía a cada uno. Así se venían abajo aquellos 15 años. Cuatro meses después de abrir la tumba, una misteriosa enfermedad, causada según parece por una picadura de mosquito postraba al lord. Los dos hombres se reconciliaron en su lecho de muerte. Falleció el 6/4/1923.

 

Por supuesto, su muerte, a la que siguieron las de varias personas relacionadas con la apertura del sarcófago, inició la leyenda de la maldición del faraón.

 

Howard Carter falleció el 2 de marzo de 1939.

 

1936 Muere Humfry (Gilbert Garth) Payne, Arqueólogo inglés, nacido el 19 de Febrero de 1902.

 

Estudió la arqueología del Mediterráneo y compuso una obra denominada Necrocorinthia, que representó quizas la máxima obra sobre cerámica corintia. Trabajó en Cnossos y entre 1930 y 1933 condujo las excavaciones en el santuario de Hera y en la antigua bahía de Perahóra (el país más allá) en el Golfo de Corinto. Las excavaciones posteriores en este sitio fueron lideradas por Peter Megaw en la década de 1960-70 y por Richard Tomlinson a comienzos de la década 1980-90, excavaciones que descubrieron nuevas áreas de templos, mercados, aras y acueductos. Payne murió a la temprana edad de 35 años y fue enterrado en Micenas.

 

 10 de mayo. A. d. VI  Id. Mai.  C  Saturni dies

ante diem VI Idus Maias, dies comitiale (C), día en que las asambleas de ciudadanos podían votar acerca de cuestiones políticas o criminales.

 

Día 30º del mes griego Mounikhion

 

Segundo día de las Lemuria.

 

En esta noche culmina la Constelación de Virgo alrededor de las 22 horas. Virgo era conocida en casi todas las culturas antiguas como la diosa virgen pero con diferentes nombres, Ishtar en Babilonia, Isis en Egipto, Eostre en Sajonia y Astraea en Grecia, que en esta mitología correspondía a la hija de Zeus y Themis. De los nombres Eostre y Astraea deriva el nombre inglés de Easter con el que los angloparlantes designan a la Pascua.

 

Por estos días comenzaba a celebrarse en ciertos campamentos militares la festividad de Rosalia, cuya iniciación oficial se producía el 23 de Mayo. Los estandartes de Rosalia de cada legión eran reunidos alrededor del altar en el centro del castrum y coronados con ramos de rosas. Estos mismos ritos eran llevados a cabo en las tumbas familiares, atribuyéndose a este rito militar un intento de honrar a los camaradas caídos.

 

49 a.de C. Antonio parte desde Cumas hacia Capua.

 

214 Nace el emperador Claudio II el Gótico.

 

Claudio II el Gótico, cuyo nombre completo era Marco Aurelio Claudio Augusto, nació en Illiria (o tal vez en Dalmacia) en el seno de una destacada familia, el 10 de mayo del año 214 d.C. y su talento como soldado y buen administrador le granjearon la confianza del emperador Trajano Decio, que le encargó de la defensa de las Termópilas frente a los invasores procedentes del norte de Grecia.

 

En el año 259 d.C., el emperador Valeriano I le otorgó el rango de tribuno militar, nombrándole gobernador de Illiria y general en jefe de todas las provincias del bajo Danubio. Durante el mandato de Galieno, Claudio alcanzó gran fama como militar combatiendo contra diversos usurpadores y el Senado erigió estatuas en su honor.

 

Luchando contra el usurpador Aureolo en el sitio de Milán, seguramente dio su consentimiento al asesinato de Galieno ocurrido durante el año 268 d.C. y rápidamente fue proclamado emperador por las tropas y confirmado entusiásticamente por el Senado.

 

Tras sofocar la rebelión de Aureolo, Claudio II intentó recomponer la perdida gloria del imperio y obtuvo una decisiva victoria contra un numeroso ejercito de invasores alamanos a las orillas del lago Garda, en las cercanías Verona.

 

 Su mayor batalla – en la que obtuvo el título o sobrenombre de “Gótico”- la libró al año siguiente (269 d.C.). cuando un formidable ejército formado por diferentes tribus bárbaras a las que se les conocía con el nombre genérico de “godos”, desembarcaron con posiblemente mas de 300.000 hombres y 2000 navíos, en las en las playas de Macedonia, a orillas del río Dniester, constituyendo las mas grave amenaza que hasta entonces había desafiado el poder de Roma. Después de una encarnizada batalla que se libró cerca de Naisso (Dardania, Moesia Superior, actual Nisch) Claudio II logró destruir o dispersar a este formidable enemigo, causándole en un solo día mas de 50.000 bajas.

 

La situación continuó inestable al penetrar en Pannonia (año 270 d.C.) tribus de marcomanos e intrigios y en retia, los alamanes.

 

Mientras, en el Imperio se reproducían las rebeliones. Zenobia mandó a sus generales Timágenes y Zabadas a ocupar Siria, Egipto y Asia Menor, controlando todo el Oriente romano y tras la muerte de Póstumo en occidente, un herrero llamado Marco Antonio Mario, se proclamó emperador pero fue rápidamente asesinado, sucediéndole Victorino. A finales del 269 d.C. campesinos y soldados sitiaron la ciudad de Augustoduno (Autun) que tras siete meses de sitio se rindió, no sin antes pedir auxilio a Claudio, que no acudió por estar luchando contra los godos. Victorino que se mantenía sobre el Rin, fue muerto en el año 270 por los soldados amotinados en Colonia, siendo su sucesor el rico senador Cayo Esuvio Tétrico, antiguo gobernador de Aquitania, que desde Burdeos, llegó al poder tras corromper a los soldados y gracias a Victorina, la conocida como “Zenobia de occidente”.

 

En mayo de ese año 270 d.C., cuando Claudio II estaba preparando sus armas contra la reina Zenobia, cayó repentinamente enfermo de la peste que habían introducido los godos y murió en Sirmium (Pannonia) recomendando a su mejor general –Aureliano- cómo candidato a la púrpura. Su hermano Quintilo le sucedió por breve periodo de tiempo, mientras las tropas, declaraban como emperador a Aureliano. El Senado reconoció la excelente labor de Claudio II el Gótico, erigiendo una estatua de oro en el Capitolio y colocando en la Curia romana un escudo con su imagen del mismo precioso metal.

 

238 En este día es asesinado el emperador Maximino mientras sitiaba Aquileya.

 

Cayo Julio Vero Maximino nació el año 173 d.C. Originario de Tracia, fue proclamado emperador el 235 d.C. y gobernó bajo el nombre de Maximino, conocido también como Maximino Tracia o mas propiamente, Maximino el Tracio. Sus padres eran campesinos en la orilla oeste del mar Negro (su padre, llamado Miceas era de origen godo y su madre, Ababa, de origen alano). A pesar de sus orígenes humildes fue ascendiendo en el ejército romano, llegando a dirigirlo bajo el gobierno del emperador Severo Alejandro y consiguió ser el primer emperador que ascendió al trono escalando dentro del escalafón del ejercito.

 

Durante una campaña contra los germanos, Maximino encabezó una conspiración e hizo asesinar a Alejandro Severo el 22 de marzo del 235 y los ejércitos romanos del Rhin le proclamaron emperador. 

 

Por su extraordinaria fuerza física y sus gigantescas proporciones le pusieron el sobrenombre de Hércules. De carácter rudo y tiránico, devastó Germania a sangre y fuego y todo su gobierno fue de gran crueldad, acabando depuesto por el Senado. Maximino estuvo gran parte de su reinado luchando contra las tribus invasoras a lo largo de Danubio y el Rhin y nombró César al hijo que tuvo de su esposa Paulina, Máximo.

 

 En el año 238 un grupo de ciudadanos del norte de Africa, se rebelaron descontentos con los impuestos y mataron a los recaudadores, proclamando como emperadores a Gordiano I y su hijo Gordiano II quienes fueron aclamados por el pueblo de Roma y confirmados por el Senado, que a su vez, destituyó a Maximino.

 

Maximino regresó de sus campañas en la Panonia (región europea que actualmente es Hungría) e intento sofocar rápidamente la rebelión, marchando hacia Roma. Su ejercito cruzó los Alpes sitiando Aquilea, al noreste de Italia. La ciudad resistió varios meses de asedio y finalmente, tanto él como su hijo Máximo fueron asesinados por sus propios soldados en el año 238, al este de Venecia, en Aquilea.

 

Gordiano III, el nieto de Gordiano I, emergió como sucesor de Maximino, después de los fugaces reinados de Balbino y Pupieno.

 

11 de mayo. A.d.  V  Id. Mai.  N  Solis dies

ante diem V Idus Maias, dies nefastus, día en el cual no se pueden realizar negocios públicos según la ley religiosa.

 

Día 1º del mes griego Thargelion.

 

Tercer día de las Lemuria.

 

En este día se honraba también a la diosa Manía.

 

Los Lemures eran geniecillos bondadosos, a los que la tradición popular hacía descendientes de la diosa Manía. Esta, personificaba la locura y el delirio que asaltaban a las mujeres durante el desarrollo de los rituales báquicos o dionisíacos. Otras versiones, en cambio, explican que la diosa Manía era una hija del Averno que había sido concebida exclusivamente para tentar a los hombres hasta volverlos locos y convertirlos en criminales. Cuando una familia estaba amenazada por algún peligro, se colgaban efigies de Manía en la puerta de la casa, generalmente, de gestos desagradables.

 

14 En este día culminó el último censo oficial de Augusto, contando 4.937.000 ciudadanos.

 

Así por lo menos lo declara el mismo Augusto en el capítulo 8 del Res Gestae :

 

«8. Por mandato del pueblo y del Senado, durante mi quinto consulado [29 a.C.] aumenté el número de los patricios romanos Por tres veces establecí la lista de senadores y, en mi sexto consulado [28 a.C.], llevé a cabo, con Marco Agripa como colega, el censo del pueblo. Celebré la ceremonia lustral después de que no se hubiera celebrado en cuarenta y dos años; en ella fueron censados 4.063.000 ciudadanos ro­manos. Durante el consulado de Cayo Censorino y Cayo Asinio [8 a.C.] llevé a cabo el censo por mí solo, en virtud de mi poder consular, en cuya lustración se contaron 4.233.000 ciudadanos romanos. Hice el censo por vez tercera, en virtud de mi poder consular y teniendo por colega a mi hijo [adoptivo], Tiberio César, en el consulado de Sexto Pompeyo y Sexto Apuleyo [14 d. C.]; con ocasión de este censo conté 4.937.000 ciudadanos romanos. Mediante nuevas leyes que propuse saqué del desuso muchos ejemplos de nuestros antepasados, decaídos ya en Roma, y yo mismo dejé a la posteridad muchas acciones como ejemplo que imitar.»330 En este día Constantino renombra a Bizancio como Constantinopla y la convierte en su capital.

 

En el año 324 Constantino vence a Licinio y se transforma en el Señor de Oriente, y es en ese año donde decide su acto de gobierno mas trascendente: transformar a Bizancio en la capital del Imperio.

 

Hizo comenzar los trabajos enseguida y para ello contrató a cerca de cuarenta mil godos, que hicieron las veces de obreros constructores.

 

Las ceremonias de inauguración de la capital, cuando aún no estaba concluída en 330 (se terminó de construir en 336) estuvieron acompañadas de ritos paganos, de lo que podemos deducir fácilmente que no era idea de Constantino hacer de ella una ciudad cristiana, y aunque construyó iglesias no destruyó los templos existentes, no persiguió a los paganos y según algunas fuentes (Zósimo) hasta habría hecho construir templos nuevos.

 

Es interesante saber que las grandes ciudades del Imperio fueron despojadas de sus principales monumentos, sus obras de arte mas preciadas y sus esculturas mas notables para adornar la Nueva Roma. 

 

Además Constantino quería atraer a las personalidades mas importantes de Roma hacia la nueva capital, por lo que les realizó donaciones de espléndidos palacios nuevos. 

 

Para conseguir que concurriera el pueblo instauró distribuciones gratuitas de trigo.

 

Al ser sede del emperador y de la administración, Constantinopla contrastaba cada día mas con la decadente Roma, haciéndose poco a poco dueña y señora del Imperio.

 

Constantinopla fue construída a imagen y semejanza de Roma, sobre siete colinas, con catorce regiones, foro, capitolio y senado, y su territorio sería considerado suelo itálico (libre de impuestos).

 

Constantinopla era el centro de la vida del Imperio Romano de Oriente, era su Capital, una ciudad que era sede del Palacio del Emperador, de la Iglesia más imponente de la época, Hagia Sofía, del patriarca, de las unidades de elite del ejército, pero por sobre todas las cosas, del Hipódromo; allí donde las pasiones populares se exaltaban, donde se discutía sobre el futuro del Imperio más que en cualquier foro; allí donde convergían las dos fuerzas políticas más influyentes del Imperio, los azules y los verdes, partidos supuestamente deportivos pero decisivos a la hora de elegir un emperador, de armar una conjura, de realizar una revuelta (Justiniano fue conocido como uno de los más fanáticos azules.)

 

Extraño símbolo de libre opinión en el medio de un Imperialismo Teocrático, los asistentes solían insultar a los emperadores, sentados en su palco con el cetro en la mano, si no les gustaba su administración, por ejemplo, si subían los impuestos en la capital o si se perdía una batalla.

 

Además de discutir y vociferar por sus carros favoritos era muy común ver batallas sangrientas entre azules y verdes por motivos políticos o religiosos (hubo épocas en que el partido verde tenía mayoría monofisita).

 

Muchas veces el Hipódromo fue utilizado para organizar fiestas a los generales victoriosos, para constituir los tribunales judiciales que debatirían casos importantes, así como también las ejecuciones y los suplicios a los condenados.

 

No fue Constantino quién construyera el famoso Hipódromo, quien lo planeó e hizo construir fue el entonces emperador romano Septimio Severo, enérgico militar, en el año 203.

 

Pero Constantino el Grande le dio las dimensiones que lo hicieron famoso con motivo de la construcción de la nueva capital entre 324 y 330.

 

Asistir a las carreras de carro era la gran pasión de los habitantes de Constantinopla, pero no era la única, y todo estaba centrado en ese hermoso edificio que hoy es solo una plaza en el centro de la actual Estambul y en medio de dicha plaza se conservan aún los dos obeliscos que se encontraban en el centro de la pista de carreras, uno de los cuales pertenecía al mas grande de los faraones egipcios de toda la historia, Tutmosis III.

 

Como la mayoría de las costumbres de los primeros siglos de Bizancio, la división entre el partido verde y el azul no era algo que se pudiera llamar típico bizantino, sino más bien una organización típicamente romana.

 

Bajo los emperadores romanos, en Roma existían cuatro facciones, los rojos, los blancos, los azules y los verdes.

 

La rivalidad entre los partidos estaba dada por una competición exaltada y febril.

 

La misma organización en facciones deportivas tuvo cada ciudad medianamente grande en el Imperio.

 

Pero llevados a Constantinopla, una vez que se convirtió en la gran capital, moderna y cosmopolita, las rivalidades se acentuaron.

 

Cabe aclarar que en Constantinopla los Azules absorbieron a los Blancos como una facción propia, mientras que los Verdes hicieron lo propio con los Rojos.

 

Los miembros de las facciones llevaban una especie de chal con el color de su equipo favorito, y de esto no se salvaba ni siquiera el emperador, quién, más veces de las que hubiera querido, se veía insultado por el bando contrario.

 

Esta es una visión surrealista: imagínense a un emperador, nominado por Dios para gobernar sobre su pueblo, con el poder absoluto en sus manos, insultado por miles de personas (en el Hipódromo debían caber unas 50.000 por lo menos) solo porque no pertenecía a su equipo de carros preferido.

 

Esto no podía deberse únicamente al fanatismo por un equipo de carreras de carros.

 

En realidad se trataba de una creciente politización de las facciones verde y azul, cada cual solía apoyar un "candidato" a futuro emperador, participando activamente en revueltas y conjuras.

 

Es mas, a modo de curiosidad, no se ha comprobado y siempre permanecerá en el terreno de las conjeturas, hay autores que sostienen que estos partidos eran facciones en que se dividía la sociedad, una especie de conservadores vs progresistas.

 

El basileus (así se le llamaba al emperador), accedía a su podio a través de los jardines de su Palacio.

 

Este podio estaba a una considerable altura y era inaccesible por los lados, para asegurar la integridad del basileus ante la posibilidad de tumultos y matanzas entre los ya mencionados partidos que lo pudiesen afectar.

 

En un nivel menos elevado estaban los palcos de los ministros y generales.

 

La emperatriz y las damas principales veían el espectáculo desde una galería contigua a los palcos.

 

Es difícil saber porqué el mundo olvidó a la más famosa de las ciudades por tantos años después de la caída ante el naciente Imperio Otomano.

 

Todas las crónicas hablan de la capital del Imperio como una ciudad fastuosa, sinónimo del poder imperial, inmersa entre grandes riquezas y con gran nivel cultural en sus habitantes, los cuales se educaban en la universidad cuando en occidente dominaba mayormente la ignorancia.

 

Allí residía el emperador, representante de Dios, y el Patriarca, máxima autoridad de la Iglesia.

 

La atracción que ejerció era tal que era el centro económico, comercial, religioso y político del mundo, así como la ciudad más rica sobre la tierra, motivo por el cual fue asediada constantemente durante todas las épocas, resistiendo ataques entre otros de los ávaros, los persas, los vickingos, los búlgaros y los árabes, saliendo victoriosa una y otra vez, hasta que la cruda traición de la cuarta cruzada le demolió con su fanático y cruel saqueo toda esperanza de continuar siendo esa gran ciudad.

 

Sin embargo no todo era fastuoso y brillante en la gran capital, también había interminables barrios de gente pobre que vivían en pequeñas casas de ladrillo, con estrechas calles donde se amontonaba la basura, y en donde cada tanto afloraban las pestes que reducían a la población drásticamente.

 

Hay autores que dicen que Constantinopla llegó a tener 1.000.000 de habitantes, lo cual parece algo exagerado, otros dicen 400.000 o 500.000 lo que parece mas acertado, pero es muy difícil establecer una cifra con un mínimo de seguridad.

 

La población de la gran urbe, que era muy superior a la de cualquier ciudad del occidente en esa época (por lo menos 400.000 habitantes), se componía de una gran masa de gente pobre formada esencialmente por comerciantes (Constantinopla era el centro del comercio mundial, y esto hacía que los comercios muy pequeños se multiplicaran), artesanos, obviamente soldados (el Imperio casi siempre estaba en guerra), sirvientes, esclavos, prostitutas, y lo que nosotros llamaríamos mendigos, los cuales en el Imperio Bizantino tenían una connotación especial, se los respetaba y se los cuidaba con gran celo a base de caridad cristiana.

 

Había como en toda urbe bien organizada (de lo cual Constantinopla era casi único ejemplo en la edad media) algo que podríamos llamar clase media, o sea funcionarios del Imperio, dueños de amplios terrenos, comerciantes enriquecidos, banqueros, la gente relacionada con la universidad (profesores, profesionales, directores.)

 

Por supuesto, en lo mas alto de la sociedad estaban la nobleza y la corte Imperial, que fue justamente la que le dio a Bizancio el aura que llevó durante siglos.

 

La gran rivalidad entre los Palacios de los emperadores y su corte y las enormes y fastuosas villas de la nobleza convertían a esta ciudad en algo maravilloso y único en su época.

 

Todo era seda, oro, arte, joyas, arquitectura de altura, en suma: lujo.

 

Sin embargo, para el que pueda pensar en una vida vacía y superflua de esta clase, les digo que se equivoca: su preparación intelectual, artística y espiritual, y el convencimiento de que todo ciudadano libre debería tener la misma formación hacía que estudiantes de todo el Imperio (y no siempre ricos) se beneficiaran.

 

Esta ciudad fue la demostración de cómo la más amplia pobreza y la mas exorbitante riqueza siempre han convivido mas cerca de lo que uno creería.

 

Las murallas que protegían la ciudad, construidas durante el reinado del emperador Teodosio (408-450) eran la mejor obra de ingeniería militar de la época, de triple escalonamiento, conformadas por murallas terrestres y marítimas.

 

Se destaca el hecho de la construcción de las murallas pues a ellas se debe la supervivencia de la ciudad a través de los siglos, y asimismo ello significaba la supervivencia del mismísimo Imperio.

 

Una de las inscripciones en una de las puertas de la ciudad decía: "Cristo nuestro Dios, rompe triunfante la fuerza de los enemigos", lo que da una vívida muestra de la inquebrantable fe que movía la voluntad del Imperio.

 

La idea del Imperio eterno para los habitantes de la ciudad era algo mas o menos así: Constantinopla existe como ciudad inexpugnable, entonces el Imperio también lo es, mientras Constantinopla esté de pie, el Imperio existirá mas allá de todas las vicisitudes que tenga que pasar.

 

Uno se imagina entrando por una enorme puerta, atravesando la triple muralla, recorriendo la ciudad, con sus increíblemente hermosos Palacios, las avenidas comerciales con los mejores productos (telas de todo tipo, vestimentas, bazares, herramientas, esclavos, materiales, joyas, adornos, etc.) de oriente y occidente, la gente corriendo por las calles para lograr una buena ubicación en el Hipódromo, donde correrían los mas famosos (e idolatrados) conductores de carros, varios soldados charlando en una esquina, tres o cuatro monjes caminando debatiendo sobre problemas teológicos y, de pronto, el emperador y su magnífico séquito que atraviesan en varios carros la avenida aclamados por los sorprendidos transeúntes dirigiéndose al magnífico puerto para abordar un barco que lo trasladará a algún punto, allí donde el Imperio lo necesite (Tesalónica, Nicomedia, Trebisonda, Efeso, tal vez Alejandría, Esmirna o Mileto.)

 

Constantinopla era una ciudad cosmopolita, con gran cantidad de visitantes de todas las tierras que eran atraídos naturalmente por la cultura, la espiritualidad, o el comercio de la urbe, que estaba ubicada estratégicamente entre dos continentes, Asia y Europa, dominaba el estrecho del Bósforo y el Mar de Mármara, que era lo mismo que controlar nada menos que el Mar Negro y el Mediterráneo, fundamentalmente era un excelente puerto natural, y durante toda su existencia fue de gran importancia la marina bizantina que con sus naves controlaban toda la zona y podían hostigar a los ocasionales invasores que solían sitiar la ciudad.

 

Lamentablemente en tiempos de la salvaje cuarta cruzada (1204) la marina bizantina prácticamente no existía, debido a los recortes presupuestarios de un Imperio en apuros económicamente dependiente de Venecia y de Génova, lo que fue un factor decisivo en la caída de la ciudad y del Imperio.

 

 

1997. Nacimiento de Oliver García Costas, excelente alumno de 1ºBACH. C , futuro y brillante docente.

 

     ¡¡¡FELICIDADES, OLIVER!!!  

 

 

 

 UN PERSONAJE

 

PARIS Y LA MANZANA DE LA DISCORDIA

 

En el banquete de boda de la oceánida Tetis y el rey Peleo (padres de Aquiles) fueron invitados todos los dioses, salvo Eris, la diosa de la discordia. Ésta, ofendida, irrumpió en mitad de la celebración y lanzó una manzana con la inscripción “A la más bella”.

 

Evidentemente, Afrodita, la diosa de la belleza, se levantó para coger lo que le pertenecía. Sin embargo, otras dos diosas la detuvieron, afirmando, cada una, que la manzana les correspondía por derecho: Hera, la mujer de Zeus y Atenea, diosa de la sabiduría y la estrategia militar.

 

Esa manzana se convirtió en la manzana de la discordia , y las tres rivales pidieron al dios de dioses que él mismo dictaminara quién era realmente la más bella. No obstante, Zeus sabía demasiado bien que ninguna de las tres tenía un carácter fácil. Los ilimitados celos de Hera lo asustaban. El carácter arisco de Atenea era famoso y, en cuanto a Afrodita, ésta tenía el terrible poder de privar del amor a cualquiera que la contrariara. Prudentemente, decretó que las tres diosas deberían bajar a la Tierra, muy cerca de la ciudad de Troya. Allí, un príncipe llamado Paris hacía pastar a sus rebaños. Y era a éste al que debían dirigirse para que dictaminara.

 

El muchacho se quedó mudo cuando vio aparecer ante él a las tres diosas más bellas del Olimpo. Y cuando éstas le formularon su requerimiento aún se desorientó más, incapaz de tomar una decisión. Entonces, para hacer inclinar la balanza a su favor, Hera se le dirigió en estos términos:

 

  • Si me escoges a mí, que soy la más bella, te convertiré en rey del imperio más extenso que en la Tierra se haya conocido.

 

Paris se disponía a designarla cuando Atenea subió la oferta:

 

  • Si me eliges a mí, que soy sin duda la más bella, haré de ti un héroe invencible que conseguirá para su pueblo una victoria tras otra.

 

Paris, que por encima de todo soñaba con la gloria, sintió que su voto ya estaba dado. Pero, con su dulce voz, Afrodita le murmuró:

 

  • Si me eliges a mí, que soy la diosa de la belleza, haré que se enamore de ti locamente la mujer más hermosa del mundo, cuya belleza podrá compararse con la mía.

 

Y, desanudando su túnica, se mostró ante Paris. Subyugado por el cuerpo sin defectos de la diosa, el príncipe le entregó la manzana.

 

Con este gesto selló para siempre su destino. Hera y Atenea se vengaron terriblemente del joven. La hermosísima mortal de la que se enamoró no fue otra que Helena, la esposa del rey de Esparta, Menelao. Cuando Paris, ayudado por Afrodita, se la arrebató, Menelao, ultrajado, respondió con la guerra. Las dos diosas rechazadas se aliaron con los griegos, y éste fue el inicio de la larga, asoladora y fratricida “guerra de Troya".

UN CUADRO

EL JUICIO DE PARIS ( Enrique Simonet, Valencia 1886 – Madrid 1927)

 

 

 

http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/e/e2/Enrique_Simonet_-_El_Juicio_de_Paris_-_1904.jpg

 

Por una simple manzana se desencadena la guerra de Troya, que altera el orden del mundo. Esta historia se hizo tan famosa que todavía hoy usamos la expresión “manzana de la discordia” para referirnos a algún hecho que provoca el desacuerdo. En el cuento de La bella durmiente, el drama también se desencadena por la venganza de un hada que no ha sido invitada al baile. Podemos suponer, pues, que muchos relatos infantiles se han inspirado en los mitos.

 

 UNA FRASE

 

 Amare et sapere vix deo conceditur.

 

 
“Incluso un dios encuentra difícil amar y ser sabio a la vez”.

 

 (Plubilio Siro)

 

                                                                                       Xαίρε!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                          

 



story | by Dr. Radut