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Sin noticias de Gurb

E.M. ¡No, no! Los observo, pero no les digo nada porque me da muchísima vergüenza. En una ocasión fui todo un viaje de avión al lado de una persona que estaba leyendo una de mis novelas y no me reconoció. No sabía qué hacer, dudaba si debía advertirle, sobre todo para que no tirara el libro bruscamente ni hiciera algún comentario obsceno o pidiera que le devolvieran el dinero. Pero, aunque no leí sus pensamientos, no se durmió y siguió leyendo hasta el final.

XL. De paisano ¿es igual de divertido que cuando escribe?

E.M. No, no, de paisano soy un pelma, un neura y no hay quien me aguante.

XL. Algo ha mejorado su autoestima: hace unos años declaraba ser un cretino inseguro y perezoso.

E.M. Pues no me he corregido nada; creo que incluso he aumentado en todo eso. Con la edad, nadie mejora [se ríe].