La hoja de cálculo basa su potencia en la realización de operaciones con números a través de su característica más significativa, el recálculo automático. Con este término, queremos significar el potencial que aporta esta herramienta informática al tratamiento de situaciones y supuestos en los que un simple cambio cuantitativo, en uno de los parámetros que intervienen en el estudio, nos obligaría a repetir todo el proceso de cálculo desde el inicio. El recálculo automático nos va a permitir realizar todos los cambios que queramos en las diversas entradas objeto de estudio y obtener, en el mismo instante, el resultado final. Veamos esta idea con un ejemplo concreto:

Cuando evaluamos un examen tipo test en el que los fallos cometidos restan puntación, debemos efectuar los cálculos correspondientes (fórmula para la obtención de la calificación de un test) una y otra vez hasta completar el total de alumnos presentados. Este trabajo se puede minimizar sensiblemente si confeccionamos un sencillo modelo de hoja de cálculo.

Que la hoja de cálculo sea una poderosa herramienta matemática, hace que muchos de nosotros rehuyamos de ella. El hecho de trabajar con números, marca una barrera que hace de la hoja electrónica la gran olvidada en el ambiente docente. Aquí vamos a desmitificar muchas de las ideas preconcebidas acerca de esta aplicación, y mostrar su cara más amable y su gran potencial como recurso para el profesorado de cualquier área. No serán necesarios conocimientos matemáticos que excedan lo más básico y usual ya que, en los modelos en los que intervengan números, será el ordenador el que efectúe las operaciones. Y lo que es más importante, la hoja de cálculo no sólo trabaja con números. Por tanto, explotaremos todas sus posibilidades con respecto al tratamiento de información y datos no numéricos.