Este año hay un sentimiento de vacío que nos absorbe y nos lleva a la pena. Una pena difícil de controlar.
Aunque todos intentemos esquivarla, no hay nadie que se libre de ella. ¿Qué mejor remedio que la época más alegre del año?
Dicen que las cosas invisibles, aquellas que no se pueden comprar con dinero, son al final las más caras. Y qué mejor ejemplo que la magia. Existe, aunque no queramos creer en ella, la magia de la Navidad.
Estoy prácticamente segura de que, al menos en mi círculo de conocidos, nadie ha pasado en su vida una mala Navidad. Y eso, a diferencia de lo material, es lo mejor que te pueden dar.
Según me ha contado un pajarito, no vamos a poder celebrar esta época con tantas personas queridas como lo hacíamos antes.
Personalmente, lo que más me duele de esta decisión es que el tiempo pasa, las personas se van a un lugar del que no vuelven y no hay vacuna que lo remedie.
Ojalá pudiéramos regresar en el tiempo y dar gracias por lo que teníamos.
En estos momentos en los que el vacío llega a nosotros, no nos podemos poner nerviosos ni, sobre todo, más tristes. La solución es aferrarse a la magia, esa misma que nos reunía en estas fechas, nos hacía cantar villancicos juntos y tener una excusa para decir las palabras "TE QUIERO".
Podemos salir adelante. Nosotros somos la magia. Siempre que nos mantengamos unidos.
Este es el momento de comenzar a creer: Esta navidad de 2020
L.V.P